El Forjista

Undécimo año

 

 

 

 

 

 

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Llegamos a los once años de nuestro sitio y volvemos a realizar un balance como lo hacemos cada año, en esta oportunidad para señalar como acontecimiento fundamental del año trascurrido, la derrota electoral del Movimiento Nacional en manos de un poderoso conglomerado conformado por sectores del liberalismo, el radicalismo y el peronismo conservador, todos ellos dirigidos por los dueños de los mayores medios de comunicación y las grandes empresas.

Según el criterio de algunos mercenarios disfrazados de periodistas siempre predispuestos para ponerse al servicio de los poderosos, el país regresó a la "normalidad" concluyendo con la "locura" que significa para ellos, que se intente limitar la ganancia y el poder de los grandes empresarios. Para estos mercaderes lo "normal" es que las clases dominantes sean las que manden y nosotros no limitemos a obedecer.

No les importa quienes ganen las elecciones, para los poderosos y sus sirvientes bien pagos, lo realmente indispensable es que los partidos políticos estén dispuestos a convertirse en mera correa de transmisión de los intereses de estos sectores privilegiados.

Así ocurrió con el peronismo cuando devino en menemismo y con el radicalismo en épocas de De la Rúa y ahora aparece de manera brutal y nada disimulada con esta alianza liberal-radical que nos gobierna.

Como ocurre en los Estados Unidos y en la mayoría de los países europeos, los partidos responden a los mismos intereses, así es como vimos a "socialistas" aplicando salvajes ajustes, precisamente eso mismo es lo que pretende la oligarquía nativa, que todos los partidos se muestren predispuestos a servir mansamente a sus intereses económicos y sólo disimulen peleándose por cosas menores, pero que nunca, pero nunca, se les ocurra aumentar las retenciones a la soja o impulsar una Ley de Medios que ponga en riesgo los monopolios.

En cambio para esos sectores el estado de "locura" se consuma cuando surgen políticos que intentan romper el esquema oligárquico, así ocurrió con Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner y Cristina Fernández, a todos ellos la oligarquía no pudo controlarlos porque adoptaron decisiones históricas que beneficiaron a los más humildes y le pusieron límites a quienes siempre controlaron el poder.

Cuando estas "anormalidades" ocurren las clases privilegiadas comienzan a través de sus medios y comprando la conciencia de algunos mercaderes del periodismo, a calumniar y difamar a los gobiernos democráticos con la clara intencionalidad de inocular el odio en ciertos sectores que han sido educados para obedecer la voluntad de los poderosos, a los que se les hace insoportable que no se respeten supuestas jerarquías sociales impuestas por décadas de injusticia.

Azuzando el fantasma de la corrupción estos medios provocan malestar en ciertos sectores de clase media y alta, los cuales son incapaces de ver las mayores corrupciones ocurridas en el país como el megacanje, el blindaje o la deuda externa estatizada por Cavallo, cuando miles de millones de dólares pasaron a engrosar la deuda externa del país para beneficiar a los banqueros amigos de los economista liberales que conducían los destinos de las finanzas.

Eso sí a estos sectores nunca se les escapaba un ladrón de gallina, siempre atentos a los pequeños desfalcos de los ratones para que no pudieran percatarse del robo elefantiásico que estaba ante sus ojos, como ahora callan sobre la obra pública en manos de los amigos y los parientes del presidente.

Muchos de los consumaron los grandes robos al país hoy son funcionarios del gobierno macrista sin embargo los medios miran para otro lado en esta campaña de idiotización masiva en la que están empeñados.

Algunos de los mercenarios que colaboraron a instaurar el odio enceguecedor nos hablaron de la grieta, lo cual sólo hace confirmar su propia ignorancia, porque esa grieta existe desde que Moreno y Saavedra se enfrentaron, y aún antes cuando el imperio español asesinó a Tupac Amarú quién intentó una rebelión que no fue sólo india. Sin embargo estos mercenarios sólo se acuerdan de la grieta cuando el país es gobernado por un político que no está dispuesto a someterse a los dictados oligárquicos.

Si se produjo una derrota electoral fue, entre otras cuestiones, por haber sido derrotados en el campo cultural, precisamente a eso se dedica este sitio, a dar la batalla cultural, por eso también nosotros debemos asumir una autocrítica por no haber sabido llegar a más argentinos y hacerlo de la manera más clara posible.

Seguiremos batallando con el mismo espíritu indomable que vimos en la campaña electoral donde miles de jóvenes salieron a hacer campaña por el candidato del proyecto por iniciativa propia, o ese otro impulso destacable que han mostrado las plazas llenas por un pueblo que no se dio por vencido y pretende seguir resistiendo.

No podemos perder tiempo con aquellos que han defeccionado que ganan las primeras páginas de los diarios de la oligarquía, por cada uno de ellos, tenemos decenas de ejemplos de compañeros militantes que han salido a dar la cara en este difícil momento en que el macrismo ha convertido la palabra militante, en una mala palabra, precisamente porque nunca entendieron que se puedan hacer cosas sin recibir una paga por eso. Precisamente quienes critican a los militantes ha sido militantes del J.P. Morgan o del grupo Fortabat.

Seguimos trabajando para que nuestros lectores tengan acceso a una biografía de Juan Domingo Perón, cuyo ejemplo resulta imprescindible por estas épocas, una biografía purgada de las difamaciones que intentaron enlodar a quién se transformó en la expresión más genuina del pueblo trabajador.

Que la vida y obra de Perón se sume a las biografías que ya disponemos en nuestro sitio, de aquellos latinoamericanos que lucharon por nuestra independencia y por los derechos de los más humildes como Mariano Moreno, José Artigas, Eva Perón, Salvador Allende, Hugo Chávez, el padre Mujica, los luchadores de FORJA, y tantos otros cuyas vidas nos enseñaron a luchar codo a codo con los que sufren y nunca abrevar en las aguas de quienes sólo piensan en sus mezquinos intereses económicos.

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