El Forjista

La Resistencia Peronista

Atentado contra Perón

El gobierno de Aramburu y Rojas trató de contrarrestar la resistencia popular con una medida expeditiva que fue implementada desde la embajada argentina en Venezuela, consistía en atentar contra la vida de Perón.

El 25 de mayo de 1957 explotó un artefacto en el auto de Perón, salvando milagrosamente la vida el chofer Gilaberte, Perón resultó ileso. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela declaró persona no grata al embajador argentino Toranzo Montero. El comunicado emitido por el Ministerio explicaba que lo efectuaba por “existir fundados indicios de que en la sede de la Representación Diplomática de la República Argentina se ha venido fraguando sucesivos atentados contra la vida de refugiados políticos que en nuestro país, se acogen al derecho de asilo territorial”. (49)

Descubierto in fraganti el aramburismo rompió relaciones diplomáticas con Venezuela, luego el embajador debió abandonar aquella nación.

Refiriéndose al tema, Cooke emitió un comunicado explicándole a Perón que “El texto es extremadamente sanguinario: si Ud. llega a resultar herido o muerto, se deberán ocupar de inmediato las fábricas, comercios, estancias y establecimientos de toda clase; cada organización clandestina y cada peronista en particular deberán elegir desde ahora su ‘objetivo’ para esa eventualidad; debe procederse sin ninguna clase reparos y matar a los gorilas de cada barrio, sus familias y servidores de cualquier categoría; los Comandos clandestinos y los grupos J. D. P. cumplirán de inmediato los planes fijados, en los que deberán estar incluidos todos lo funcionarios del gobierno, etc, etc”.

La proclama autodefinida como de sanguinaria tenía el sólo objetivo de intimidar al gobierno en su afán de liquidar a Perón, en ningún momento la resistencia actuó con esas características tan drásticas, ni recurrió al asesinato para mostrar su oposición al régimen. Cooke agregaba: “Hay un grupo de desesperados a quienes no hará mella, pero tal vez frene a otros que ante la visión de sus familias asesinadas, casas quemadas, etc; dificulten la ejecución de nuevos planes homicidas contra Ud.”

Cooke se dejó llevar por su temperamento al emitir un comunicado de esta gravedad, este será el único documento de la resistencia que llamaba a matar al enemigo, si bien condicionado por las circunstancias del posible asesinato de Perón.

En la misma carta, Cooke se mostraba moderadamente optimista sobre el desarrollo organizativo de la resistencia, “nuestra gente va estructurando un movimiento clandestino que pierde, poco a poco, sus características anárquicas y se sincroniza”. (50)

Perón en cambio fue más cauto y le planteaba a Cooke : “Sobre la oportunidad para provocar el estallido creo realmente que aún no estamos suficientemente organizados ni preparados...”.

Aprovechaba la oportunidad para volver a expresar su total apoyo a la conducción de Cooke: “Nuestra identificación es de tal naturaleza que parece que pensáramos por la misma cabeza. Sus cartas podría firmarlas yo y probablemente su contenido, no podría ser diferente. En este sentido la unidad de doctrina hace milagros”.(51)

A pesar de cierto optimismo mostrado en la carta mencionada, Cooke nunca dejó de avizorar las grandes dificultades de la resistencia, en especial como producto de la represión estatal. Los Comandos de Mendoza y Tucumán fueron destruidos, las detenciones se sucedieron en Capital y todo el país.

A raíz de las movilizaciones por el primer aniversario del levantamiento del 9 de junio fue cerrado el periódico Palabra Argentina, organizador de la marcha en Capital Federal, su director Alejandro Olmos fue detenido. A su vez se hacía ostensible la presión de la Argentina sobre los gobiernos de los países limítrofes para que controlaran a impidieran por todos los medios posibles la actividad de los grupos de asilados peronistas. Pero entre tantas malas noticias, Cooke recibe una grata, su compañera Alicia Eguren era liberada luego de 19 meses de prisión y se exilia en Montevideo.

En medio de las dificultades, el peronismo organizó la mencionada marcha para recordar a los hombres caídos el 9 de junio, el Ministerio del Interior a través de su titular Alconada Aramburú había prohibido el acto. Pero después de las 15 horas en la esquina de Carlos Pellegrini y Córdoba se fueron agrupando los que desafiaron la prohibición, según el diario La Prensa unas 150 personas fueron las que respondieron a la convocatoria, pero debió reconocer que una hora después ese número se incrementó considerablemente. La Guardia de Infantería de la Policía intentó disolver la columna que se dirigía hacia la Plaza San Martín, los gases lacrimógenos provocaron una momentánea dispersión pero los manifestantes volvían a reagruparse mientras lanzaban consignas contrarias al gobierno y vivaban a Perón. Se produjeron numerosas detenciones, entre los cuales figuraba Miguel Lizaso, hermano de uno de los asesinados en León Suarez.

A los pocos días se efectuó en la Plaza San Martín un acto para recordar el sangriento intento golpista del 16 de junio de 1955, fecha en que se bombardeó a transeúntes indefensos e inocentes, esta marcha apologética de la masacre fue convocada por los Comandos Civiles Revolucionarios y demás está decir que no fue prohibida, las alabanzas de los manifestantes estaban dirigidas especialmente al almirante Rojas.

El presidente seguía recorriendo el país y denunciando complots, desde San Juan expresaba:“Mientras el plan político de la Revolución se encuentra en ejecución, también está en ejecución un plan de perturbación que no despreció medio alguno para llevar adelante una guerra sin cuartel contra el gobierno”. (52)

Como ya lo fuera mayo, hacia mediados de junio de 1957 resultaba claro que se produjo una intensificación de los atentados provocados por los grupos comprometidos con la Resistencia. En San Fernando estallaron dos bombas, una en la casa de un dirigente radical sin que se produjeran víctimas. En Lanus también explotaron dos bombas, una de ellas tuvo por objetivo los talleres del Ministerio de Trabajo.

El 18 de junio el diario La Nación titulaba: “Estallaron bombas en Capital y alrededores”. Uno de los artefactos en la plaza de carga del ferrocarril Mitre, tampoco se produjeron víctimas, otra en Colegiales en las vías del ferrocarril. Según el periódico también estallaron un número indeterminado en todo el Gran Buenos Aires. Por esos días también fue colocada una bomba en el Instituto de Ayuda Financiera para el Pago de Pensiones Militares, ubicado en pleno centro y así también en el kilómetro 17 de las vías del ferrocarril San Martín.

En este clima político el vicepresidente Rojas explicó en un discurso la política hacia el peronismo:“Con dolor de argentinos debemos reconocer, sin afán de persecuciones, y menos de revanchas, que los grandes responsables del desastre y sus aprovechados acólitos, deben pasar por un período de cuarentena política antes de pretender influir como funcionarios electos a los destinos de la patria”.

Tras cartón se quejaba de las publicaciones críticas a las que acusaba lisa y llanamente de provocadores: “Aumenta la violencia, el tono y la intrepidez desenfadada de las acusaciones... La impunidad presta coraje a sus autores, se cargan las plumas con más veneno cada día, degradando en hoja y libelos la libertad de prensa, privilegio y responsabilidad que es preciso honrar, sobre todo cuando se sale de doce años de censura, mordaza y tonos serviles”. (53)

El 28 de junio, a un mes de las elecciones, el gobierno deja sin efecto el Estado de Sitio, pero seguía en vigencia la proscripción del peronismo al que Rojas consideraba una enfermedad incurable. Esta medida derivó en la liberación de un buen número de dirigentes peronistas, nacionalistas y comunistas. Recobraron su libertad Vicente Armando Cabo, Nora Lagos, Juan Gabriel Puigbó, Rubens Iscaro. Otros recobraron su libertad pero pasaron a estar a disposición de la justicia civil y militar, tal los casos de Vicente Aloé, Justo León Bengoa, Franklin Lucero, Jorge Osinde, Juan Jose Uranga y Alfredo Remmen. Mientras que otros fueron puestos a disposición de la justicia, en este grupo estaban Ramón Cereijo, Hector Di Pietro, Atilio Renzi, Eduardo Vuletich, Oscar Albrieu,
Andrés Framini, Miguel Lizaso, Alejandro Olmos, Amado Olmos, Isaías Santín y Eustaquio Tolosa, entre otros.

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(49) Perón, Juan: Los vendepatrias. Pruebas de una traición. Ed. Freeland, 1974, pag. 226 y 227.
(50) Perón – Cooke: ob. cit., pag. 140 y 143.
(51) Perón – Cooke: ob. cit., pag. 166 a 169.
(52) La Prensa 14/6/57.
(53) La Nación 23/6/57.

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