El Forjista

Biografía de Juan Domingo Perón

Capítulo 20 - Eva en Europa

Perón estaba acostumbrado a levantarse muy temprano, rutina adquirida en la vida militar y que persistió en la presidencia, se levantaba a las cinco y media, desayunaba y una hora después ya se encontraba en la Casa Rosada. Regresaba a la residencia presidencial al mediodía para almorzar, durante los primeros años lo hacía acompañado de Eva, pero después su esposa se sumergió en una vorágine de actividad que no le daba tiempo para regresar a la residencia, a veces ni siquiera probaba bocado, en otras oportunidades se encontraban en la Casa Rosada para almorzar. Luego del almuerzo Perón hacía una siesta de una hora y a las 16 horas ya retomaba la actividad.

Los viernes por la noche la pareja se retiraba a la quinta de San Vicente de donde regresaban los domingos por la tarde. La quinta había pertenecido al padre de Mercante, a su muerte, Mercante se la vendió a Perón.
El sacerdote Hernán Benítez, el confesor de Eva, era un invitado habitual a la quinta siendo testigo directo de la vida de la pareja: “En aquellos días de San Vicente, Eva era gracia, pelo suelto al viento, risas que caían desde el sulky que los llevaba al pueblo … Los veía volver por el camino de tierra, al atardecer, abrazados… Gozaban en aquellos días de amor como dos adolescentes que ven llegar el fin de unas maravillosas vacaciones de verano…Esto hay que haberlo vivido. Porque después vienen los novelistas a fabricar cuentos, que se insultaban, que se usaban y todo lo demás”. (1)

En la quinta pasaba tiempo dedicado a una de sus actividades no muy conocidas como era la pintura, su primera esposa le había transmitido sus conocimientos sobre artes plásticas, un cuadro de Perón titulado “Paisajes con perros de paja” se subastó 10 años después de su muerte.

Preparaba sus discursos y conferencias y se hacía tiempo para leer, no gustaba de concurrir a fiestas prefiriendo pasar el tiempo libre junto a su esposa.

Perón explicó de la siguiente manera por qué se negaba a apoyar los castigos que las potencias vencedoras de la guerra intentaban imponer contra el gobierno del dictador Francisco Franco: “Si Franco dirige los destinos de España, ello es caso que le concierne al pueblo español y no a nosotros. Que cada pueblo tenga el gobierno que quiera. Yo no se si Franco es o no un tirano. Sólo sé que es el gobernante que está al frente del pueblo español y es un asunto que concierne a los españoles, no a ustedes o a mí”. (2)

Además de la defensa del principio de autodeterminación de los pueblos había otra razón de supervivencia, si Argentina permitía que se castigara a España, muy posiblemente el próximo en padecer de las represalias sería nuestro país.

Pero esta defensa posibilitó que sus enemigos emparentaran al peronismo con el franquismo, como también intentaron realizarlo con el fascismo y el nazismo, tampoco faltaron aquellos que una vez que la representación del mal para las potencias imperialistas pasó a ser el comunismo, también intentaron vincularlo con esa ideología.

Sin embargo, son muchas las diferencias entre el franquismo y el peronismo, en principio el origen, mientras el franquismo llegó al poder por una guerra civil con la ayuda de fascistas y nazis, luego de un golpe de estado que desconoció al gobierno legítimo, el peronismo lo hizo mediante elecciones libres. Esto lleva a una conclusión de suma importancia, el gobierno español se asentó sobre una montaña de cadáveres con un poder al que no le tembló el pulso por liquidar a miles de opositores, en cambio Perón fue un político que en todo momento se negó a sacrificar las vidas de sus compatriotas, sus enemigos en cambio no pueden decir lo mismo.

Otra diferencia de no poca importancia fue que el gobierno de Franco fue el gran enemigo de los sindicatos que fueron destruidos, constituyendo una alianza entre el Ejército y la Iglesia mientras que el peronismo se apoyó en ellos, era impensado en el franquismo un conflicto con la Iglesia como tuvo el peronismo.

Sólo bastaría recabar la opinión de un terrateniente español sobre Franco y contrastarla con la opinión de un terrateniente argentino sobre Perón para ver claramente las diferencias entre las clases sociales que apoyaban a uno y otro.

A raíz de esa posición clara de no intervención por parte del gobierno argentino y la crucial ayuda  brindada a España, Franco invita a Perón a visitar su país, el gobierno argentino considera que no era lo más conveniente, en vista de las tensiones del momento, que fuera el propio presidente quien viajara, pero en cambio se decidió que Eva ocupara su lugar, también se buscó que no se limitara a España y que visitara otras naciones incluyendo un encuentro con el papa Pio XII.

En España se reunieron multitudes para vitorear a Eva Perón, el pueblo español estaba agradecido por la ayuda brindada por el país, pero además la figura de la esposa del presidente argentino despertaba auténtica simpatía. Tuvo una salida protocolo cuando le dijo a Franco que si necesitaba juntar multitudes la llamara. También Eva realizó gestiones para que a una dirigente comunista le fuera condonada la pena de muerte, logrando su objetivo de salvarle la vida.

En el Vaticano estuvo reunida unos 30 minutos con el Papa, en Paris estuvo cinco días donde almorzó con el presidente y su esposa, firmando un tratado comercial, visitó la Catedral de Notre Dame acompañada del monseñor Angelo Roncalli, quién después sería el Papa Juan XXIII. 

En Italia y en Suiza se produjeron incidentes menores producto de actos organizados por la izquierda. Por su paso por el país Helvético, el antiperonismo creó el mito que esa escala se debió a la necesidad de guardar una fortuna, otra de las mentiras alentadas para difamar a Perón y su esposa.

Más recientemente una escala en las islas Seychelles de una ex presidente sirvió a un programa de las corporaciones mediáticas sustentar que fue a llevar bolsos con una supuesta fortuna, los mecanismos de calumniar parecen no haber cambiado.

Desde Lisboa partió en barco hacia Recifes, viajó en avión a Río de Janeiro donde participó en la Conferencia Interamericana de Ministro de Relaciones Exteriores, su figura atrajo la atención de los participantes y del periodismo.

El 23 de agosto de 1947, Eva regresó a la Argentina en el barco Ciudad de Montevideo, al pisar tierra se estrechó en un abrazo emocionado con Perón, ante una multitud que fue a recibirla.

La gira europea de la esposa del presidente fue un éxito, la inexperiencia política de Eva para nada le jugó en contra, en cambio su espontaneidad dejó encantadas a muchas de las personas que la trataron, incluyendo los gobernantes de aquellos países.

No obstante, los prejuicios de ciertos historiadores no le permitieron entender a esta figura trascendental de la Argentina, Joseph Page intenta mostrarla como una persona que pretendía acceder a las altas clases sociales, cuando lo único que exigía era que la respetaran, pero de ninguna manera intentó incorporarse a una clase a la que considera contraria a los intereses del país.

Si Eva hubiera querido ser aceptada en esos ámbitos oligárquicos los hubiese adulado en vez de enfrentarlos. 
Dice Page: “Pero ella quería también el éxito social que requería de la conformidad de la elite y, lamentablemente, esa benigna tolerancia no era una virtud de los oligarcas de Barrio Norte. Ellos se negaban a reconocer a una actriz de origen dudoso aun cuando ella fuera la mujer del presidente. La Sociedad de Beneficencia, una fundación creada y administrada por las familias patricias de Buenos Aires., habitualmente confería el título de presidenta honoraria a la primera dama. En este caso, debido a su juventud le fue negado el honor.” (3)

Page demuestra que por más que haya estudiado la vida de Perón muchas cosas se le han escapado, posiblemente no tanto por su nacionalidad como por su mentalidad prejuiciosa hacia las personas surgidas de las clases populares.

Precisamente el norteamericano se sube al prejuicio de muchos sectores de la clases acomodadas argentinas, según ellos Eva actuaba guiada por la envidia o el resentimiento, cuando en verdad a esta altura de su vida estaba ocupando el lugar en el que quería estar, junto a los trabajadores y los humildes, no con las damas de beneficencia, precisamente porque Eva aborrecía la beneficencia de las señoras de la oligarquía que entregaban aquello que les sobraba como un acto de superioridad que las familias desprotegidas debían agradecerle.

La Sociedad de Beneficencia fue intervenida por iniciativa de Eva y fue reemplazada por la ayuda social que brindaba la Fundación Eva Perón, en lo que era un acto de mera justicia y no de beneficencia.

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(1) Norberto Galasso. Perón. Formación. Ascenso y Caída 1893 1955. Tomo I Colihue 2011 Pag. 462

(2) Idem. pag. 469

(3) Joseph Page. Perón. Una biografía. Editorial Sudamericana. Edición en e-book pag. 251 y 252

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