El Forjista

Murió impune la apropiadora de dos bebés y Papel Prensa

Ari Lijalad

Publicado el 15 de junio de 2017 en www.nuestrasvoces.com.ar

 

La Pity

Laura y Carmen Herrera, alumnas de Concepción del Valle, en una de sus interpretaciones”, decía el epígrafe de la foto que publicó Clarín el 2 de diciembre de 1953, en una nota sobre un recital de danzas en el Teatro El Nacional. Fue la primera vez que Ernestina Laura Herrera, la Pity, apareció en Clarín, sin sospechar que 15 años después estaría casada con su dueño y llegaría incluso a heredar el diario y a convertirse, con el tiempo, en la cabeza del principal multimedios del país.

Había nacido el 7 de junio de 1925, por puro capricho histórico en el día del periodista, pero su vocación originaria estaba lejos de ese rubro: era bailarina de flamenco. Con poco más de 20 años conoció al ya renombrado Roberto Noble, que por entonces superaba los 50. Noble había sido Ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires en la década del 30 y, desde el 28 de agosto de 1945, comandaba su propio proyecto político: el diario Clarín. Mantenía, sin embargo, una pasión originaria por la bohemia, el tango y la noche.

Hay varias versiones del primer encuentro entre Ernestina y Noble. Una relata que Noble la fue a ver actuar al bar el Tronio; otra que se cruzaron en un paseo por el Tigre. Lo cierto es que Noble era un hombre de muchas compañías simultáneas y Ernestina fue una de ellas durante muchos años. La cuestión no es menor, ni lo sería para el devenir del diario Clarín. En 1958 nació la única hija biológica de Noble, Guadalupe, fruto de su relación con Guadalupe Lupita Zapata Timberlake. Noble solía decir que tenía un hijo macho, Clarín, y una hija hembra, Lupita. No había, en principio, un lugar especial para Ernestina.

En sus testamentos, que Noble revisaba y retocaba sistemáticamente, Lupita figuraba como heredera del diario. Sin embargo, en enero de 1967, un hecho clave torció el rumbo de la historia. Noble tuvo un accidente cerebrovascular. Ernestina estaba junto a él, en la estancia cordobesa de La Loma, y no se separó de su lado. La situación era crítica: ante la posible muerte de Noble, ¿quien se quedaría con Clarín? Lupita era menor, y Noble no quería que la madre biológica de su hija “hembra” tuviera nada que ver con su hijo “macho”. La solución fue Ernestina. Se casaron 27 de julio de 1967, en una ceremonia oficiada nada menos que por el cardenal Antonio Caggiano, a la que asistieron entre otros el ex dictador Pedro Eugenio Aramburu y Arturo Frondizi. “Días después del casamiento –cuenta Martín Sivak en su libro Clarin, el gran diario argentino Noble cambió su testamento: Ernestina Herrera, ahora de Noble, se quedaba con Clarín. A Lupita le dejaba propiedades, como las Galerías Santa Fe, efectivo y acciones B del diario (sin peso para el manejo de la empresa, pero necesarias para balancear lo que recibiría Ernestina). Ya no tendría el control del diario después de cumplir 21 años”. Ernestina pasaba de amante a esposa y heredera de Clarín.

Noble falleció el 12 de enero de 1969. Ernestina una mujer de 43 años sin ningún tipo de experiencia ni formación empresaria y periodística, quedó formalmente a cargo del diario Clarín.

 

La primera encrucijada

De estricto luto negro, Ernestina fue la anfitriona del velorio de Noble, al que asistieron todo tipo de personalidades. Enseguida tuvo que tomar una decisión. En el diario había dos bandos enfrentados: uno, la vieja guardia del diario, escribas y amigotes de tertulia de Noble; el otro, Rogelio Frigerio y los desarrollistas, que veían en Clarín no sólo un diario sino la clave de su supervivencia política.

A la disputa por el diario entre la vieja guardia y los desarrollistas se sumaban la pelea legal con la madre de Lupita Noble y problemas financieros que atravesaba la empresa. La decisión fue clara: Noble le había dicho que se apoyara en Frigerio y así lo hizo. El comando político del diario quedó en manos del Tapir (como llamaban a Frigerio) y el manejo diario a cargo de Oscar Camilión, con quien Ernestina tendría, con los años, una íntima relación.

En 1970, Clarín cumplió sus bodas de plata. El 28 de agosto, durante el acto de conmemoración, Ernestina ratificó la alianza con el desarrollismo: “La identificación que el hombre de la calle hace entre Clarín y la doctrina del desarrollo, constituye nuestro más grande orgullo. Algo así como una marca de fábrica que distingue cada día el producto que ponemos a disposición del gran público. En efecto, Clarín es el diario del desarrollo nacional”. Entre Frigerio y Camilión comandaron el salvataje financiero de Clarín a principios de los 70. En 1972, como parte de la reestructuración empresarial, desembarcó un joven proveniente de las filas desarrollistas, que con los años se convertiría en el centro del sistema Clarin: Héctor Magnetto.

En Héctor encontré no sólo un gerente de lealtad incondicional, el brazo operativo de mi dirección, sino un emprendedor con todas las letras, alguien que también se enamoró de Clarín y que siempre pensó por sí mismo en generar nuevas formas e iniciativas para hacer grande y fuerte a la empresa, para que pudiera multiplicar su herencia periodística en nuevos medios, en nuevos públicos, en nuevos territorios. Esa actitud,  esa convicción, hicieron que pronto lo sintiera como algo más que un ejecutivo, como un compañero de timón en el barco que me había tocado conducir”, contó años después para la biografía oficial de Magnetto, escrita por José Ignacio Lopez.

Ernestina, mientras tanto, figuraba como directora, y participaba de los actos en donde Clarín mostraba su poder. Las rotativas del diario fueron visitadas por los dictadores Rodolfo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse, con la viuda de anfitriona. Aprendía los discursos de memoria y cumplía el protocolo. No era una figura decorativa, tampoco llevaba las riendas del diario. Sí impuso, durante años, algunas reglas de plomo. Si bien el periodismo en general tenía una clara tendencia machista, la conducción de Clarín en manos de una mujer sólo la acrecentó. Durante años, las mujeres no pudieron firmar notas e incluso tardó en inaugurarse un baño de damas. El 31 de diciembre de 1972 envió un mensaje desde el exterior a todo el personal del diario que decía: “Como lo quiso el fundador, Roberto Noble, esta empresa tiene una conducción unipersonal, que es garantía de lealtad a los principios rectores del diario”. El dato consta en la biografía sobre Noble que escribió Luis Alberto Murray, financiado por Ernestina en 1979. Lo cierto es que Frigerio, y con los años Magnetto, aprendieron el sutil arte de conducir una empresa ajena sin molestar a su dueña. Ernestina, por su parte, supo rodearse de quienes pudieran mantener a flote su herencia sin apartarse de su lugar de dueña. Un equilibrio que funcionó durante décadas.

Lupita

Hubo algo que Ernestina y sus aliados desarrollistas tuvieron claro: Lupita, la única hija biológica de Noble, debía quedar afuera del diario. Tanto la viuda como los frigeristas entendían que se les jugaba la supervivencia. Ella no quería disputa por la herencia; los desarrollistas necesitaban a Ernestina para existir políticamente.

La disputa legal con Lupita Noble duró casi tres décadas. La cuestión era digna de una telenovela colombiana, con casamientos, divorcios y nacimientos vía Mexico. El enredo era el siguiente: Noble se casó con Ernestina en 1967. Quienes querían desacreditar esa unión alegaban que Noble nunca se separó de Guadalupe Zapata Timberlake. A su vez, para defender el casamiento con Ernestina, aparecía la versión de que en realidad el casamiento anterior de Noble era nulo porque Guadalupe Zapata Timberlake estaba casada con un aviador amigo de Noble, con quien tenía un hijo del que Noble era padrino. Una comedia de enredos.

En el medio, Ernestina prohibió a Lupita en todo lo relacionado con Clarín y Noble. Llegó al extremo de recortar a Lupita de una foto durante un acto conmemorativo de la muerte de Noble. Lupita presentó como prueba que se olvidaron de recortar su mano. Hubo incluso un episodio necrológico de mucho simbolismo. Ocurrió en el cementerio de Recoleta, donde los restos de Noble son parte del recorrido histórico que ofrece el lugar a los turistas. En cierto momento, Ernestina trasladó a los restos de su difundo esposo desde la cripta de la familia Noble a una nueva construcción con el sello Herrera Noble. Es decir, su propio apellido en el cementerio de las criptas patricias. El mismo lugar donde serán depositados sus restos.

Años de disputas legales terminaron recién en 1998, con un acuerdo económico y la publicación en Clarín de una nota sobre Noble firmada por Lupita.

 

Hijos para Ernestina

Durante 2 días, 19 horas y 17 minutos, Ernestina Laura Herrera viuda de Noble, la dueña del diario Clarín y del imperio empresarial más poderoso del país, la mujer que había logrado colarse en la lista de las personas más ricas del mundo que publicaba la revista Forbes, la dama a la que temían los presidentes, la propietaria de una fortuna que se calculaba en 1.500 millones de dólares, permaneció encerrada en una pequeña pieza de Cavia 3350 en el barrio de Palermo, sede del Departamento Delitos Complejos de la Policía Federal, acusada de uso de documento público falso e investigada en una causa por sustracción y ocultamiento de menores”. Este es el relato que hace Pablo Llonto en el libro “La Noble Ernestina”, única y completa biografía de Ernestina. Fue detenida el 17 de diciembre de 2002, por orden del juez Roberto Marquevich, pero la historia se remonta a 1976, en plena dictadura militar.

Por entonces, los desarrollistas plantearon que había que prever la continuidad de Clarin en caso de fallecimiento de Ernestina. No querían otro conflicto como el que habían atravesado con la vieja guardia ni descuidar el peligro latente de Lupita, hija biológica de Noble. La solución fue que la viuda adoptara dos bebés, que serían sus herederos.

La versión que contó Ernestina es la siguiente. En el caso de Marcela, sostuvo que la encontró en una caja de cartón en la puerta de su casa. En cuanto a Felipe, que cuando fue a inscribir a Marcela justo se presentó una mujer que entregó un niño en adopción. Les puso el apellido Noble, pese a que a su esposo llevaba 7 años muerto. En su libro, Llonto reconstruye la trama oculta de esta operación. Por un lado, la complicidad de la jueza de menores Ofelia Hejt, que brindó la supuesta legalidad a las adopciones. Llonto describe una gran cantidad de irregularidades en las actas de nacimiento, así como los testimonios falsos que presentó Ernestina y la inexistencia de la supuesta madre de Felipe, cuyo DNI correspondía a un hombre.

Durante años, estas adopciones irregulares fueron un tabú. Durante el menemismo, Guillermo Patricio Kelly reavivó las sospechas al mostrar las fotos de los Marcela y Felipe en televisión. En 2002, Abuelas de Plaza de Mayo denunció podían ser hijos de desaparecidos. El momento clave llegó el 17 de diciembre de 2002, cuando Ernestina fue detenida por orden del juez Roberto Marquevich. La acusó de “falsificación de documento público en dos oportunidades, falsedad ideológica en dos oportunidades, uso de documento público falso e inserción de datos falsos en un expediente civil”. Esto le costó la carrera al juez, que fue destituido el 8 de junio de 2004, pero generó algo inesperado.

El 12 de enero de 2003, Ernestina reconoció: “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de las represión ilegal”. Desde entonces, quedó abierta la hipótesis de que Marcela y Felipe fueran víctimas del plan sistemático de robo de bebés. Durante años ambos se negaron a realizarse el exámen de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Finalmente, en 2011 accedieron y dio negativo. Desde Clarin buscaron imponer que esto eliminaba la posibilidad de que fueran hijos de desaparecidos. Lo cierto es que sólo muestra que no son parientes de las familias que registraron sus datos genéticos en el BNDG. Sin investigar, en enero de 2016 la jueza Sandra Arroyo Salgado decidió sobreseer a Ernestina.

La Dictadura

El 26 de junio de 1979 la cancha de River se llenó para un partido entre la selección Argentina y un combinado de jugadores del resto del mundo. La excusa era el aniversario del triunfo mundialista. La organización fue compartida entre la Dictadura y Clarín. Ernestina, con un lujoso tapado blanco, vio la derrota del seleccionado nacional por 2 a 1 junto a Videla y Albano Harguindeguy. Tras el partido, Ernestina, Videla y el reciente mandamás del fútbol, Julio Grondona, le entregaron un premio al holandés Rud Krol. El evento fue una prueba más del estrecho vínculo entre Clarín y las Fuerzas Armadas. En esos años, de la mano de Marcos Cytrynblum, el diario apuntaló su impronta deportiva mientras ejecutaba el acompañamiento periodístico a la noche dictatorial.

No era, sin embargo, el primer evento que Ernestina compartía con Videla. Meses antes, el 27 de septiembre de 1978, habían inaugurado Papel Prensa. Las fotos de Ernestina con los genocidas son indelebles, pero a pesar de las numerosas pruebas de que se cometieron delitos de lesa humanidad en el robo de Papel Prensa nunca fue llamada a indagatoria y finalmente fue sobreseída poco antes de morir.

Para finales de la Dictadura, Ernestina tomó otra decisión crucial: desplazar a Frigerio de su puesto privilegiado en el comando del diario. Fue una jugada que implicó cortar una relación que había comenzado Noble y que ella continuó. La ruptura fue casi total. El sobreviviente fue Magnetto, que llevaba una década en el diario y se acomodó como la persona de confianza de la viuda. Aprovechó el evento conmemorativo de la muerte de Noble, el 12 de enero, para marcar la cancha: “El diario está abierto a todas las expresiones y corrientes del pensamiento nacional, es amigo de todos y no tiene amigos privilegiados. Clarín nació para propulsar un país distinto, grande y libre”.

 

El futuro Clarín

En las páginas de Clarín se reconocen, día a día, millones de personas. Son los lectores los que determinan cada mañana qué leerán. Por eso podemos decir con orgullo que estamos instalados en el sentido común y en la cultura cotidiana de varias generaciones de argentinos”, dijo Ernestina en 1995 en los festejos por los 50 años de Clarin. Del festejo participaba desde Carlos Menem hasta buena parte de la Corte Suprema de Justicia.

Hasta su muerte, Ernestina fue la mayor accionista del Grupo Clarín. Al igual que el resto de los accionistas (Magnetto, Lucio Pagliaro y José Aranda), hacía años que el control societario lo ejercía desde un trust radicado en Nueva York con sus iniciales: ELHN Grupo Clarin New York Trust. Desde allí controlaba el 35,555% de GC DOMINIO, la empresa controlante del Grupo Clarín. Magnetto (con su trust HHM) controla casi lo mismo, un 35,335%. A partir de ahora es el principal accionista del Grupo.

Volver a la Página Principal