El Forjista

La explosión del periodismo

Ignacio Ramonet

La tiranía del mérito  

Los medios de comunicación han sufrido una gran conmoción con el desarrollo de Internet, una de las consecuencias fue la extinción masiva de diarios de la prensa escrita, este impacto también alcanza a la radio y la televisión en particular a los canales de noticias ya que muchos de ellos se encuentran al borde de la desaparición. Obviamente esta situación no alcanza las mismas dimensiones en el Sur no tan desarrollado.

Señala Ramonet: "La cómoda situación de los medios y los periodistas, que detentan el monopolio de la información en la sociedad, toca a su fin. Una parte de los periodistas profesionales se consideran a sí mismos como una elite, con poder exclusivo para imprimir el control de los debates".

En la sociedad de redes cada ciudadano es un periodista en potencia. Los medios dominantes alientan a los internautas a transformarse en periodistas. Los grandes medios perdieron de vista su misión habiéndose dedicado durante mucho tiempo al objetivo de "domesticar a la sociedad" y ahora no saben a ciencia cierta para qué sirven.

Lo más probable es que la prensa escrita no desaparezca, pero la información no circula igual que antes ni mucho menos con el mismo nivel de calidad que lo hacía previo a la aparición de Internet. Esto no implica que la prensa en papel deje de ser importante, los internautas buscan el acceso a los medios tradicionales, particularmente a aquellas publicaciones consideradas serias visitando sus sitios on-line. De tal forma el número de lectores de algunos diarios ha aumentado gracias a la Web.

Para buscar una salida a la crisis, las grandes cadenas se han fusionado conformando enormes grupos multimedias internacionales, no obstante esto no ha sido suficiente para impedir el descalabro.

Ramonet nos presenta una interesante cantidad de estadísticas para verificar el alcance de la crisis, por ejemplo, entre septiembre de 2008 y el mismo mes del 2009 desaparecieron 120 periódicos en los Estados Unidos. En ese país sólo en enero y febrero de 2009, 40 periódicos de declararon en quiebra, uno de ellos había sido fundado en 1833 y otro en 1859.

En Europa todos los diarios están padeciendo de caídas en sus ventas y un desplome de los ingresos publicitarios. En noviembre de 2010 el grupo español Prisa que en Argentina controla Radio Continental pasó a manos de un fondo buitre. En Brasil el Jornal Do Brasil fundado en 1891 abandonó el papel y se convirtió exclusivamente en digital.

Un dato que no brinda Ramonet es que en Argentina las ventas de Clarín se han desplomado al punto que en diciembre de 2011 vende 90.000 diarios menos cada día si se lo compara con el mismo mes del 2008.

Ahora el periodista profesional ha dejado de confirmar la información con varias fuentes, la urgencia le resta tiempo para realizar su trabajo a conciencia. Además la caída de las ventas ha producido en varios medios despidos masivos, provocando la salida de periodistas con mucha experiencia lo cual redundó en una mayor caída en la calidad de la información. Los despedidos son reemplazados por novatos sin relación de dependencia pero sometidos a un sistema de explotación.

Para abaratar costos se han suprimido secciones y corresponsales en el extranjero, como así también la eliminación casi definitiva del periodismo de investigación.

Por supuesto que la crisis financiera que estalló en el 2008 también afectó a la gran prensa que ya venía como muchos problemas que afectaban su credibilidad. Ramonet explica esto de manera brillante: "El mundo de la comunicación, cuyo oficio consiste en difundir mensajes complacientes y aduladores en favor de las empresas que se los encargan, tiende a imbricarse en el de la información. Los diques entre ambas esferas están empezando a saltar. Cada vez es más difícil distinguir a un comunicador de un periodista. Y eso que sus funciones son diferentes: uno elogia mientras que el otro informa".

Ramonet duda que se pueda llamar periodista a quién siempre escribe artículos favorables a la empresa que lo contrata dañando de esta manera la confianza del público: "Los ciudadanos desconfían de una prensa perteneciente a un puñado de oligarcas que controlan además en buena medida el poder económico y que actúan, a menudo, en connivencia con los poderes políticos".

Decimos nosotros que no debería llamarse periodistas a algunos que escriben en los grandes medios y que sólo se dedican a defender el negocio de sus patrones. Basta leer Clarín o La Nación para darse cuenta que por lo general dedican más páginas a defender sus negocios que a informar al público.

Un fenómeno que ha ocurrido en muchos países es la concentración de medios producto de que importantes empresarios especializados en otros rubros ingresaron en el negocio de medios con la clara intención de intervenir en la política de sus países, así lo explica el autor: "El sentido común advierte que, cuando un hombre de negocios compra un periódico, lo hace casi siempre 'o para defender un sistema político cuyo triunfo le interesa, o para convertirse él mismo en político haciéndose temer'. En cualquier caso, rara vez lo hará por amor a una información independiente y de calidad".

En Francia por ejemplo cinco grupos controlan la mayoría de los medios de comunicación, algunos de ellos son amigos del actual presidente Nicolás Sarkozy quién tiene una gran influencia sobre la mayoría de los grandes medios. Uno de esos grupos forma parte de la empresa que fabrica los aviones Mirage, es decir con la maquinaria bélica, muy posiblemente este grupo no tenga demasiado interés porque reine la paz sobre la Tierra.

Ya sabemos de la influencia de la industria bélica sobre la política norteamericana, Francia es el tercer productor de armamentos del Mundo, los medios de comunicación muchas veces forman parte de quienes instigan a los países a ingresar en guerras con distintas excusas pero donde siempre ganan los mismos empresarios.

Pero generalmente los medios esconden sus auténticos intereses detrás del tan distorsionado concepto de "libertad de prensa", Ramonet sabe muy bien eso por esa razón lo pone magníficamente en evidencia: "Algunos diarios, convencidos de que el objetivo histórico de los nuevos medios de comunicación en las democracias consiste en amaestrar a la sociedad, no dudan en imponer a los lectores una concepción subjetiva y parcial de la información, vaciando así de sentido el concepto de 'prensa libre' del que se sirven como si se tratara de un argumento puramente ideológico".

Los grandes medios necesitan mantener una elite a la que Ramonet llama "periodistas dominantes" a los cuales se les pagan suculentos sueldos a cambio de defender los intereses empresariales del grupo económico, las ideas pasan a un segundo plano para estas supuestas estrellas del pseudo periodismo.

"También hay que tener en cuenta el descrédito de los 'periodistas dominantes', a quienes se considera, cada vez más, una categoría profesional y social 'en estado de levitación', o sea sin los pies en la realidad, sin verdadero contacto con la sociedad, y en permanente complicidad y consaguinidad con la clase política que, a su vez, se encuentra enormemente desprestigiado".

Las afirmaciones del autor son fácilmente comprobables en la Argentina, cuando en las elecciones de 2011 el triunfo abrumador de Cristina Fernandez de Kirchner dejó anonadados a los periodistas estrellas de los grandes grupos, quienes vienen anunciando desde el 2008 las mayores desgracias para el gobierno y para el país. Es notable como esos periodistas se regodean cada vez que hay una noticia negativa para el país.

Estos periodistas estrellas al servicio de los grandes grupos económicos guardan silencio sobre las maniobras de esos sectores del empresariado que perjudican a las mayorías, de igual forma que aquellos de mayor edad callaron y fueron cómplices de las dictaduras que asolaron América Latina. Ellos han convertido a la información en una mercancía al servicio de los poderosos.

A nuestro entender los niveles más altos en este análisis de Ignacio Ramonet se alcanzan cuando pone su aguda visión sobre los grandes grupos que en la medida que incrementan su poder de manera ilimitada ponen en serio riesgo a la democracia misma.

"Esta situación es alarmante hasta un punto que nos lleva a afirmar que los medios de comunicación dominantes constituyen en la actualidad un grave problema para la democracia, ya no contribuyen a ampliar el campo democrático sino que se empeñan en restringirlo y minarlo".

Hace muchos años atrás se habló del cuarto poder que en realidad se trataba de un contrapeso para que los ciudadanos pudieran exponer sus opiniones y críticas contra los abusos de los otros tres poderes. Pero desde hace 20 años según Ramonet, ese cuarto poder dejó de ser un contrapoder.

"Hoy, el verdadero poder está en manos de un puñado de grupos económicos y financieros y de empresas multinacionales con mayor influencia incluso, que los propios Estados en los asuntos del mundo. Ellos son 'los nuevos amos del mundo'".

En 1941 Orson Welles cuestionó los enormes poderes de la prensa en "El ciudadano", sin embargo frente a los colosos mediáticos actuales, el poder del protagonista del filme era insignificante, especialmente si se los compara a los nuevos zares como Silvio Berlusconi o Rupert Murdoch.

Ignacio Ramonet nos habla de crear un quinto poder con la finalidad de colocar un dique de contención a esos enormes monstruos de la comunicación que muchas veces actúan en contra de los intereses de los ciudadanos comunes.

No resulta casual que el autor cuando nos habla a ese contrapoder se refiera a la situación de América Latina con una serie de gobiernos democráticos que prestan más atención a los intereses de la población que al de los monopolios.

"En Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Argentina y en otros países en los que la oposición conservadora ha sido derrotada en las elecciones democráticas, los principales grupos de prensa, radio y televisión has desencadenado una verdadera guerra mediática contra la legitimidad de los nuevos presidentes como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales o Cristina Fernández de Kirchner".

Ramonet nos ilustra de una detallada muestra de las acciones de esos grupos concentrados contra gobiernos democráticos. La soberbia de los conservadores en los Estados Unidos llega a tal punto, que no pueden soportar un gobierno con muy pocos rasgos progresistas como el de Obama e impulsan la creación de grupos reaccionarios de ultra derecha como el Tea Party, o con una campaña insolente contra el presidente por parte de Fox News de Murdoch. Esos medios azuzan a los norteamericanos durante todo el día creando un clima extremo de violencia que ya ha tenido su consecuencia con matanzas producidas por alienados que ven enemigos por todas partes.

El autor español nos explica ese enfrentamiento entre democracia y corporaciones en los siguientes términos: "En la nueva guerra ideológica que origina la globalización, los medios de comunicación se utilizan como armas de combate. Han abandonado la función de 'cuarto poder' y aspiran a defender sus privilegios de casta. Como en otros tiempos lo hacía la oligarquía terrateniente, los actuales propietarios de 'latifundios mediáticos' se oponen a cualquier tipo de reforma social y a cualquier redistribución un poco más justa de las inmensas riquezas nacionales".

Muchas veces parece estar relatando específicamente la situación argentina cuando menciona que hay muchos medios "rabiosos" que actúan como "perros guardianes" de los grupos económicos concentrados y en esa función: "Ya no actúan como medios de comunicación sino como auténticos partidos políticos. No reivindican el derecho a la crítica sino que se alzan como oposición ideológica. Su verdadera misión es la de frenar las reivindicaciones populares".

La historia de América Latina está plagada de ejemplos del apoyo de la prensa a las dictaduras y los golpes de estado, tal el caso del Mercurio en el golpe que derrocó a Salvador Allende en Chile, en Honduras el 28/6/2009 se produjo el derrocamiento de Manuel Zelaya en una alianza entre las fuerzas armadas, la iglesia y la prensa. En la Argentina se ha llamado con mucho acierto "prensa canalla" a aquellos medios que colaboraron e incluso hicieron pingües negocios con la dictadura. Clarín, La Nación, el grupo de Fontevecchia, editorial Atlántida son claros exponentes de ese comportamiento deleznable.

Su manera de actuar de esos grupos no ha cambiado: "Los medios dominantes dan prioridad a sus intereses particulares en detrimento del interés público, confunden libertad de expresión y libertad de empresa, y consideran que esta última es 'la primera de la libertades'. Esto es un abuso. La libertad de empresa no puede, de ninguna manera, prevalecer sobre el derecho de los ciudadanos a disponer de una información rigurosa y veraz, ni servir de pretexto a la difusión del falsas noticias, difamaciones o campaña de manipulación de masas".

Celebramos la aparición de este libro que muestra que la lucha que el pueblo argentino libra contra las grandes corporaciones no es un combate aislado, ocurre en todo el mundo y es necesario el compromiso de todos los ciudadanos para que esos grupos concentrados no nos arrebaten la democracia que supimos conseguir con mucho sacrificio.

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