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El Forjista

Lo que aprendimos de Jauretche

 

Zonceras argentinas

 

Veamos antes que nada la definición de la palabra según la particular visión de Jauretche: “Las zonceras de que voy a tratar consisten en principios introducidos en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia – y en dosis para adultos – con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las cosas del país por la simple aplicación del buen sentido”.

La gran mayoría de las zonceras tienen un prócer sobre cuya autoridad se sustenta, por eso podríamos decir que están ligadas al apartado anterior donde nos referimos a la historia oficial y al intento de desnudar sus mentiras mediante el revisionismo histórico. Las zonceras son repetidas por todos sin que nos pongamos a pensar por un momento sobre la validez de las mismas. Ni bien se analiza la zoncera se puede verificar su falsedad, pero muchas veces lo obvio pasa desapercibido.

La fuerza de la zoncera no radica en su argumentación, por lo general se prescinde de ella, al actuar de manera dogmática, se la trata como un axioma, su eficacia radica en que no haya discusión “porque en cuanto el zonzo analiza la zoncera deja de ser zonzo”. Por eso descubrir las zonceras que llevamos adentro es un acto de liberación, es algo similar a confesarse o ir al psicoanalista, pero donde uno mismo es su confesor o psicoanalista.

Aquellos que difunden la pedagogía colonialista no son zonzos congénitos, incluso están aquellos que en realidad son muy “vivos” en tanto se benefician de esas zonceras, pero otros no son mal intencionados, pero aún cuando la zoncera muestra su falsedad ante sus ojos prefieren no enterarse o niegan la realidad, se trata de un mecanismo de defensa porque si la zoncera se derrumba con ella caen las cosas aprendidas e incluso puede perderse el prestigio obtenido.

La madre que parió a las demás zonceras es “civilización o barbarie” su padre fue Sarmiento, la oligarquía llamó “progreso” al proceso iniciado con su triunfo sobre los caudillos federales en la segunda mitad del siglo XIX, el país se desarrolló siendo una semicolonia y se confundió la prosperidad de la minoría gobernante con el destino nacional, y por eso fueron conservadores y se negaron a cualquier cambio que pudiera cuestionar su dominio y riqueza.

Los ideales de esa oligarquía a los que asociaba con la civilización en realidad eran importados, al pueblo lo vinculaba con la barbarie por eso hubo una política de persecución y de sometimiento a la pobreza. El objetivo era reemplazar a la población nativa por anglosajones preferentemente, pero quienes vinieron no se ajustaron a esos estándares y para su horror algunos llegaron con ideas de rebelión.

El prócer Sarmiento le escribió al prócer Mitre: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos”.

Otra expresión nefasta de Sarmiento fue “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión”, idea que no fue compartida por ninguna nación, por lo general podían considerar que les faltaba espacio para desarrollarse, pero a nadie se le ocurría pensar que tenía demasiado espacio. Todos los imperios han tratado de expandirse, por su parte las naciones débiles han reclamado aquello que en su momento perdieron. Sólo los argentinos hemos desarrollado la idea que achicarnos puede ser conveniente, esto provoca toda una cultura de la indefensión e incapacidad para concebir la grandeza nacional sobre la base del pueblo y el territorio. Pensar de esta manera ha provocado, por ejemplo,  que un vicepresidente afirmara que “la Argentina forma parte virtualmente del Imperio Británico”.

Sarmiento también afirmó: “Pudimos en tres años introducir cien mil pobladores y ahogar en los pliegues de la industria a la chusma criolla inepta, incivil, ruda, que nos sale al paso a cada instante”.

Sin embargo hubo otros que pensaron de manera contraria a los adalides del liberalismo, Carlos Pellegrini señalaba: “No hay en el mundo un solo estadista serio que sea librecambista en el sentido que aquí entienden esa teoría. Hoy todas las naciones son proteccionistas y diré algo más: siempre lo han sido, y tienen fatalmente que serlo para mantener su importancia económica y política. El proteccionismo puede hacerse práctica de muchas maneras, de las cuales las leyes de Aduana son sólo una, aunque sin  duda la más eficaz, la más generalizada y la más importante. Es necesario que en la República se trabaje y se produzca algo más que pasto”.

“Política criolla o política científica” es otra zoncera que tiene como su mentor al fundador del Partido Socialista Argentino, Juan B. Justo, para quién todo lo que provenía del exterior era científico y todo lo que nacía fronteras adentro era anti-científico, era ni más ni menos que una adaptación de “civilización o barbarie”. Justo era liberal por lo que no concebía la protección aduanera y la intervención del Estado para promover el desarrollo, también fue un ferviente defensor de la división internacional del trabajo, su objetivo principal fue mantener el bajo costo de las importaciones.

“El socialismo explicará su incapacidad de cavar hondo en el campo obrero con su remanida fórmula de la “política criolla”, que es la transferencia a la política del juicio que tienen hecho sobre la ineptitud del nativo – pero que también ocurre para el hijo del inmigrante-; el socialismo requiere supuestos “niveles culturales”, y así sus maestros, identificando su juicio con el de la “gente principal”, atribuyen su fracaso a una irremediable falta de cultura popular que por su carácter congénito corresponde a un inconfesable racismo”. 

“Este país de m…” muestra la autodenigración como zoncera sistematizada y tiene su  origen en nuestra educación. La autodenigración se vale frecuentemente de una tabla comparativa con el resto del mundo pero cada comparación se efectúa contra lo mejor que se ha visto o leído de otra región y se descarta lo peor.  Disminuir nuestra autoestima nacional a la que contribuyen algunos argentinos constituye un medio efectivo para la dominación  imperial. 

Ubicar al nativo en una situación de inferioridad es producto que el país se ha construido teniendo en cuenta mucho más al gringo que al nativo, se ha desarrollado una sociedad capitalista a imagen y semejanza del gringo, donde el gaucho muchas veces no tenía lugar porque se consideraba que no disponía de la habilidad para adaptarse al sistema, pero las habilidades del gaucho se correspondían a su realidad en el campo donde sí era muy diestro.

“El hombre que se adelantó a su tiempo” es otra zoncera vinculada con nuestro pasado y la deformación de la historia, tarea a la que dedicó minuciosamente Bartolomé Mitre, que convirtió en prócer a Rivadavia quién elaboró una serie de fantasías queriendo imponer aquí leyes o acciones que funcionaban en Europa, ninguna de las cuales pudo llevar a la práctica, pero en vez de mostrar que Rivadavia se equivocó actuando a destiempo, decidió establecer que se había adelantado a su tiempo. La gestión de Rivadavia también significó el inicio de nuestra deuda externa y la dependencia al capital financiero ingles.

Otra zoncera en el mismo sentido con idénticos actores fue “El más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”, Mitre le dedicaba ese título a Rivadavia, de quién San Martín dijo: “Los autores del movimiento del 1° de diciembre son Rivadavia y sus satélites, y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país sino a toda América, con su infernal conducta”. “Si mi alma fuera tan despreciable como la suya, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado”.

Esteban Etcheverría inventó “La patria no es la tierra en que se ha nacido” que refleja palmariamente el pensamiento del liberalismo donde la Nación no se identifica con la expresión  de un territorio y un pueblo integrado a un pasado, un presente y un futuro. La Patria se convierte entonces en un ente abstracto que a veces se la asocia con la civilización, la libertad o la democracia. Es como se dijéramos que Francia sólo existió durante la Tercera República.

De esa manera los liberales, es decir la clase privilegiada que hizo uso y abuso de esa ideología,  concibió que la patria era lo que ese grupo entendió por democracia o libertad. A estas no se las considera como formas transitorias de la Patria según las necesidades de cada momento, por eso ubicaban por sobre la Patria las ideas del ideólogo de turno, cuando según éste no se cumplan las condiciones deja de ser Patria. Este pensamiento estaba emparentado con los vencedores de Caseros que sólo podían justificar su alianza con fuerzas extranjeras diciendo que la Patria era otra cosa que no estaba asociada con su territorio y población.

Otra frase que ha llegado hasta nuestros días aunque con otras variantes, “Pagaré ahorrando sobre el hambre y la sed de los argentinos”, frase que corresponde al presidente Avellaneda cuando algunos sectores le propusieron dejar de pagar la deuda externa. Jauretche aconsejaba no obstante no ser tan duro con ese presidente pues tal vez su objetivo en ese momento haya sido obtener más créditos. Pero el problema mayor fue que esa frase se sacralizó y se convirtió en parte de nuestro honor nacional ya que Avellaneda le dio la misma importancia que la bandera nacional.

Nipo-Nazi-Fasci-Falanjo peronismo, todas estas ideologías fueron utilizadas para desprestigiar al movimiento popular asociándolo con el autoritarismo, pero ninguno de estos  “jueces” se preocuparon por la pureza democrática de los regímenes que existieron antes y después de los diez años de gobiernos peronistas de 1946 a 1955. Muchos de esos críticos, falsos guardianes de la democracia, fueron fervientes adherentes a las distintas dictaduras que destruyeron nuestro país y lo llevaron a una constante decadencia.

Estas acusaciones no hacían sino tratar de disimular la verdadera molestia que les ocasionaba el peronismo, como antes el yrigoyenismo, en tanto  los sectores populares obtuvieron derechos y beneficios  que nunca antes habían conocido, mientras tanto algunos empresarios que antes eran dueños y señores de la vida de sus trabajadores debieron comenzar a cumplir las leyes sociales.

Según los sectores enfrentados con el peronismo, de derecha y de izquierda, cuando no gobiernan las mayorías existía la democracia, en tanto cuando las mayorías gobernaban no se la consideraba democracia pues se lo asociaba con el autoritarismo.

Hoy escuchamos a “intelectuales” y políticos que continúan asociando al peronismo o al kircherismo con el fascismo a pesar que en la Argentina existe en estos momentos (2011)  la más amplia libertad de expresión , libertad que incluye la posibilidad de calumniar o injuriar a alguna autoridad sin riesgo de ningún tipo de sanción, cosa impensable durante un régimen fascista. Como vemos hay zonceras que nunca pasan de moda mientras los intereses del liberalismo oligárquico sigan teniendo sus defensores.

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