El Forjista

Tecnología

 

 



El Gurú de Microsoft

agosto de 2012

Nunca es correcto definir a una persona por su apariencia pero si uno ve una foto de Jaron Lanier con sus largas rastas tal vez saque la errónea conclusión que se encontrará con alguien que no tiene una visión conservadora sobre los aspectos sobre los cuales opina, precisamente el objetivo de este trabajo es mostrar que pocas veces uno se va a tropezar con ideas tan reaccionarias y retrógradas como las desarrolladas por Lanier en su libro “No somos computadoras. Un manifiesto”

En la solapa de la tapa se puede ver la foto del autor que comentamos y además un impresionante currículum que tiene una información, que de ninguna manera se debe dejar pasar, porque marca a fuego las opiniones de Lanier, ese dato importantísimo es que el autor trabaja para Microsoft, empresa monopólica del negocio del software para computadoras personales que ha abusado de su posición dominante para extender ese predominio a otros campos de los sistemas de computadoras, lo cual le ha valido una larga serie de juicios, muchos de los cuales pudo salvarlos con la complicidad de la justicia de los Estados Unidos o simplemente pagando a los denunciantes.

En la solapa de la contratapa se pueden leer sobredimensionadas opiniones sobre el autor y su obra, de igual manera, si uno busca en Internet críticas sobre este libro encontrará una mayoritaria opinión favorable, una descripción muy difundida es la de presentar al autor como un gurú y un transgresor. También en la Argentina, algunos que son presentados como transgresores han puesto su cara o su voz para que algunas multinacionales vendan sus productos, incluidos cigarrillos, a los más jóvenes.

Aunque pueda parecer extraño en un artículo sobre Internet, también aquí recurriremos al maestro Jauretche que utilizaba el término figurón para describir a personas que son convertidas en celebridades porque sus opiniones coinciden con aquellos poderes económicos dominantes. De esa manera se produce una retroalimentación por la cual los medios de comunicación convierten en famosos a determinadas personalidades a las que luego utilizan para hacerlos opinar sobre los temas que a la corporación le conviene. Esto es ni más lo menos lo que ocurre con Lanier a quién se presenta como un gurú genial para que luego éste defienda al monopolio Microsoft y otras empresas igualmente poderosas.

Como Lanier intenta darnos lecciones de moral debe señalarse como un grave problema que en ningún momento del libro nos explique que es miembro de Microsoft, empresa que mantiene un permanente litigio con aquellos que defienden el software libre, a los que ataca de una manera furibunda sin avisarnos sobre quién le paga el sueldo.

El gurú cuestiona el actual estado de Internet y responsabiliza de la decadencia a aquellos que pregonan el software libre sobre quienes dispara acusaciones de todo tipo, nos dice el hombre de Bill Gates: “Si hemos llegado a esta situación es porque hace poco una subcultura de tecnólogos se ha vuelto más influyente que las otras. La subcultura triunfante no tiene un nombre oficial, pero en ocasiones me he referido a sus miembros como ‘totalitarios cibernéticos’ o ‘maoístas digitales’”.

La acusación de maoístas en el país que ha tenido un presidente como  George W. Bush es macartismo puro, tal vez haya algunos norteamericanos que no tengan idea de quién fue Mao, en tanto aquellos que tengan alguna noción de quién fue el líder chino muy posiblemente reaccionen con espanto a su sola mención, por lo cuál no dudamos de calificar de policial la actitud del falso gurú.

Su posición condice con la que tiene Microsoft, si dependiera de la compañía impondría un Gran Hermano que vigile hogares y empresas para asegurarse que nadie utilice sus productos sin pagar por ellos y poder aplicar los castigos que permanentemente reclama.

Ni Lanier ni Microsoft entienden que los seres humanos desarrollen actividades que no tengan por principal finalidad la de lucrar, aún cuando en el libro hay un párrafo donde afirma exactamente lo contrario, pero cuando deja correr la pluma se evidencia su ambición. Todas las propuestas que realiza Lanier en el libro tienen por objetivo que  todas las actividades que se desarrollen en la red tengan un rédito económico, de ahí su resentimiento hacia la gente que propone un software libre.

La posición del autor recuerda aquella afirmación de Marcelo Bombau, presidente de la empresa Torneos y Competencia cuando el Estado Nacional decidió que el futbol de primera división fuera gratuito, que dijo sin ponerse colorado “Lo más democrático es que el que quiere ver, pague”. Microsoft tiene la misma idea, la libertad es que todos paguen …a Microsoft.

Continuemos citando al autor en su furibundo ataque contra sus rivales: “La tribu ascendente está compuesta, entre otros, por gente del mundo de la cultura abierta/mundo del Creative Commons, la comunidad de Linux, la gente asociada con el enfoque de la inteligencia artificial aplicado a la informática, gente de la web 2.0, los usuarios anticontexto que intercambian y mezclan archivos. Su capital es Silicon Valley, pero tiene bases de poder por todo el mundo, donde quiera que se cree cultura digital. Sus blogs favoritos son Boing Boing, Tech Crunch y Slashdot, y su embajada en el viejo mundo es Wired.”     

Veamos brevemente que es Creative Commons la misma está compuesta por dos organizaciones la Asociación Civil Wikimedia que es una institución sin fines de lucro que tiene entre sus principales productos la enciclopedia Wikimedia que es un proyecto participativo. La otra organización que la conforma es la Fundación Vía Libre en la que se defienden y difunden los preceptos del software libre.

Según esta última fundación sus objetivos son: “Tiene como objetivo trabajar políticamente en el área de nuevas tecnologías y defender los derechos ciudadanos en entornos mediados por tecnologías de información y comunicación. Sus tareas principales son: difundir el uso del software libre y la promoción de la cultura libre; participar en el debate legislativo; divulgar información sobre los principales desafíos de la época en el campo de las nuevas tecnologías, los derechos humanos y las nuevas tecnologías; alertar sobre los efectos de la propiedad intelectual sobre los derechos humanos; fomentar el debate participativo y ciudadano y llevar adelante proyectos de diversa índole para llegar a diferentes sectores de la población.”

No parece aquí haber ningún indicio de totalitarismo ni de maoísmo, eso sí existe la posibilidad que con estos principios algunos monopolios no ganen tanto como para que sus propietarios aparezcan entre la mayores fortunas del planeta.

Obviamente Lanier y su empresa no pueden mostrar sus verdaderos objetivos por eso apelan fundamentalmente a generar miedo en una sociedad que por lo general vive atemorizada por una política intencionada de sus gobernantes y las corporaciones económicas que tienen aún mayor poder que las autoridades elegidas por el voto. El miedo amansa, por eso el gurú apela a él para desacreditar a sus rivales a los que presenta como si fueran la encarnación misma del mal.

Por eso expresa: “No es disparatado pensar que, con millones de personas conectadas a un medio que a veces saca a la luz sus peores tendencias, de pronto podrían aparecer grandes masas de orientación fascista. Me preocupan las próximas generaciones de jóvenes de todo el mundo creciendo con una tecnología basada en internet que hace hincapié en la agregación de la multitud, como es la moda actual.”

Y sigue en su prédica: “¿Qué puede impedir que aumente la acritud? Desgraciadamente, la historia nos dice que los ideales colectivistas pueden convertirse rápidamente en catástrofes sociales a gran escala. Las “fascias” y la comunas nacieron con pequeñas cantidades de revolucionarios idealistas” 

Y agreguemos una dosis más de las ideas del gurú: “Me temo que es posible que estemos preparando el terreno para que la historia se repita. La fórmula que condujo a la catástrofe social en el pasado fue la humillación económica combinada con la ideología colectivista. Ya tenemos la ideología en su nueva formulación digital, y es del todo posible que en las décadas por venir tengamos que enfrentarnos a shock económicos peligrosos”  

Como Lanier no puede mostrar su verdaderas intenciones apela a las más disparatadas acusaciones que van desde motejar de fascistas, maoístas o colectivistas a sus rivales, posiblemente el gurú no tenga demasiada idea de qué está hablando cuando se refiere a esas tendencias políticas, pero en realidad no le interesa, porque el objetivo es generar miedo.

Una cosa es clara en los sectores reaccionarios y es el pavor que les provoca cuando la juventud adopta ideales que no están vinculados a la búsqueda de una posición económica. Los sectores conservadores a los que Lanier representa, en realidad preferirían a la juventud adormecida por la droga o por programas de televisión idiotizantes en vez de tener firmes convicciones que la lleven a defender la justicia social y la libertad. 

En su intento descalificatorio recurre a aspectos políticos-filosóficos incursionando en el pensamiento de Marx, lo cual no hace sino evidenciar su desconocimiento del tema y desnudando sus intenciones macartistas, en realidad Lanier menciona a Marx con una intención intimidante, sobre todo en un país en Estados Unidos, donde se cercena cada vez con mayor frecuencia las libertades públicas. El mensaje es claro tengan cuidado chicos y chicas si siguen por ese camino de defender el software libre puede ser acusados de algo tan terrible como de “marxistas”.

Escuchemos al gurú devenido en comisario: “Marx se centró en el cambio tecnológico. Por desgracia, su enfoque para corregir las desigualdades dio pie a una terrible serie de revoluciones violentas. Él sostenía que el campo de juego debía nivelarse antes que las tecnologías de la abundancia maduraran. Sin embargo, se ha podido confirmar que nivelar un campo de juego con una revolución marxista acaba matando, embruteciendo o corrompiendo a la mayoría de las personas en ese campo. Aún así, las nuevas versiones de sus ideas siguen ejerciendo un enorme atractivo en muchas personas, sobre todo jóvenes. Las ideas de Marx todavía tiñen el pensamiento tecnológico utópico, incluidas muchas de las ideas que parecen libertarias al menos en la superficie. (Más adelante examinaré el tecnomarxismo sigiloso)”  

Y para asegurarse que el pánico llegue a todos sus lectores dispara: “Cuando se produce una revolución súbita, a menudo la gente equivocada toma el poder (Véase el caso de Irán). De modo que si nos encaminamos hacia el socialismo, deberíamos hablar de ello ahora para poder abordarlo de forma progresiva”.

Como si fuera un barman arma un cóctel explosivo que seguramente podrá ser efectivo en ciertas almas reaccionarias, la sola mención de Irán y el socialismo, en los Estados Unidos muy probablemente sean motivo de pánico. No obstante la revolución iraní de 1979 muy difícilmente pueda ser calificada de socialista, pero como a Lanier no le interesa en lo más mínimo la verdad sino descalificar a sus adversarios puede juntar a ambos términos de la ecuación del temor.

No debe considerarse casual que el autor nombre críticamente tres países China, Corea de Norte e Irán, los tres conformaban el eje del mal definido por George W. Bush, sin embargo más allá de los regímenes de esos países, ninguno de ellos tiene una tradición imperial como lo es la de los Estados Unidos que han saqueado y provocado masacres en otros países, incluyendo el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre el Japón.       

No asumiremos la defensa de Marx que no lo necesita ante un ataque de alguien que evidentemente desconoce el pensamiento del gran revolucionario alemán, pero si el gurú está preocupado por la violencia ejercida por regímenes marxistas, no es casual que no diga una sola palabra sobre las satrapías del imperialismo norteamericano, aparentemente el hombre de Microsoft desconoce la invasión a Irak y a Afganistán, lo que ocurre en Guantánamo o las torturas en la cárcel de Abu Grahib sólo por mencionar las últimas aberraciones imperiales, si incluyéramos anteriores atropellos no quedaría rincón del mundo sin mencionar.  
 
Pero aún cuando Lanier acuse a sus rivales de autoritarios, él sólo muestra desprecio por la libertad en la red así lo dice sin ningún prejuicio: “Yo digo que la información no merece ser libre”. De paso digamos que el régimen chino ha puesto limitaciones a Internet muy similares a las que intentan Lanier y Microsoft, unos por cuestiones ideológicas y los otros por su afán de lucro.

Para defender sus débiles argumentos necesita mostrar una Internet casi apocalíptica, enuncia una serie de atrocidades, que nosotros no repetiremos aquí, y trata de mostrarlas como si fueran algo habitual y corriente, según su opinión el sadismo es algo común: “La moda del anonimato ha anulado la gran apertura general de los años noventa. Ese cambio de rumbo ha favorecido en cierto punto a los sádicos, pero el peor efecto que ha tenido es la degradación de la gente corriente”

La pobreza argumentativa no tiene nada que ver con la inteligencia de Lanier, pero como debe sostener una causa que no puede mostrar sus fines, queda al desnudo la chatura de sus opiniones. Cualquiera sabe que si hay sádicos en Internet es porque los hay en el Mundo, no hay ni más ni menos, no es culpa de Internet que los haya, y mucho menos que tengan alguna responsabilidad aquellos que defienden la libertad en la red.

Sin duda, todos los países necesitan de leyes que regulen el funcionamiento de la red y que castiguen los abusos, particularmente aquellos que afecten a menores, pero esto no tiene nada que ver con que la red quede librada al capricho de las corporaciones para que todos deban pagar y de esa manera convertir la red en un coto cerrado de las corporaciones para que sólo unos pocos puedan acceder, éste el verdadero objetivo de Lanier.
   
Se llama trolls a la persona anónima que comete abusos en Internet, dice Lanier que no son pocos y que incluso todos llevamos un troll dentro nuestro, menciona  que hay en la red videos humillantes contra víctimas inocentes y afirma que la cultura del sadismo on-line se ha popularizado, rematando su idea con la siguiente idea: “La acción de trolls no es una serie aislada de incidentes, sino el statu quo del mundo online”.

Sigue en esa actitud de mostrar un caos señalando que en los grupos de chats aparece el maniqueísmo o el odio ritual colectivo, agrega además que: “Las personas capaces de inventarse un seudónimo espontáneamente para hacer un comentario en un blog o en Youtube suelen ser malvadas.”

No creemos que las discusiones en los chats puedan ser muy diferentes a la que existan en oficinas, colegios, fábricas, etc.; cuando se abordan temas como el futbol, política, religión u otro que desate las pasiones de la gente. No sabemos cuales serán las costumbres en los Estados Unidos pero vemos que habitualmente, incluso antes de la aparición de Internet, una persona enloquece y desata una masacre, por lo cual nos extraña que se asuste por alguna discusión en un chat, siempre es un mejor medio que terminar a los tiros. En la Argentina también tenemos violencia, por ejemplo en el futbol, pero no parece ser la red la responsable de ello.

En realidad Internet, como cualquier herramienta puede usarme para lo más sublime, por ejemplo para ayudar al  prójimo o para lo más detestable, por ejemplo para la pedofilia o para dar rienda suelta a sentimientos racistas, pero que alguien use un destornillador para asesinar no quiere decir que debamos prescindir del mismo, ni que el culpable sea el destornillador.

La necesidad de plantear la existencia de una red repugnante tiene como objetivo que la misma sea controlada por las corporaciones y puedan realizar sus negocios sin interferencias.

Lanier también asume la defensa de todas las corporaciones no sólo de Microsoft, sabe que la suerte de la empresa está vinculada a todas aquellas que intentan imponer su dominio sobre la red y otros negocios, por eso utiliza la ironía cuando dice: “Cada vez que un blogger humilla a una corporación aportando documentación probando que ofrece un servicio de atención al cliente inadecuado, se oyen gritos de triunfo celebrando el fin de una era de abusos corporativos”.

En su cruzada contra la libertad llega a criticar al New York Times pues alentaba una política digital abierta que según él estaría produciendo la destrucción de los diarios, califica esta posición como de Síndrome de Estocolmo periodístico y se queja que en el periódico haya aparecido un comentario de un software gratuito y no se haya mencionado a la competencia que es paga.

Al gurú lo irrita que se pueda leer el diario en Internet de manera gratuita, y dice que esa costumbre ha provocado la desaparición de muchos diarios. Esa tendencia es cierta pero no significa que vayan a desaparecer todos los diarios en el corto tiempo. No dice Lanier que el público no está dispuesto a pagar por leer el diario en Internet, aquellos diarios que intentaron cobrar, como Ámbito Financiero en la Argentina, no han tenido éxito.

Los diarios han tenido que aguzar un poco el ingenio para mantener sus ventas, por ejemplo publicando fascículos sobre diversos temas, historietas, o propuestas de tarjetas de descuentos para mantener sus ventas. Es claro que ha sido el público en general y no los adherentes del software libre quienes han dejado, si fue que dejaron, de comprar los diarios. También debería tenerse en cuenta que muchos periódicos se han desprestigiado porque en vez de informar imparcialmente,  se han convertido en meros voceros de los poderes económicos.

Según el hombre de Microsoft la cultura abierta ha afectado a todas las industrias culturales, así señala que las primeras víctimas han sido las empresas discográficas y los periódicos. Y para gravar el problema también incluye al cine: “Si un video gratuito de alguna proeza tonta consigue tantos espectadores como el producto de un cineasta profesional. ¿Por qué pagar al cineasta?”  

Como para que no quede duda dice: “Nos olvidamos de lo maravilloso, de lo refrescante que ha sido que las personas creativas se abrieran camino en el mundo del comercio dejando atrás el mecenazgo. Los mecenas nos dieron a Bach y a Miguel Angel, pero es poco probable que nos hubieran dado a Vladimir Nabokov, los Beatles o Stanley Kubrick”.

Y superando cualquier exageración alertaba: “Por supuesto, con el tiempo la situación puede mejorar. A lo mejor después de una o dos generaciones sin músicos profesionales, surge un nuevo hábitat que los devuelva a la vida”.

Aquí es donde aparecen pobres músicos y artistas perjudicados por esos malvados que predican la libertad en la red, lo que oculta nuevamente Lanier es que esos músicos, la mayoría de las veces, son explotados por las compañías discográficas, Luis Alberto Spinetta y otros artistas fueron duros críticos de las discográficas y sus manejos.

Pero al contrario de lo que dice Lanier aún cuando la gente persista en bajar música, hay muchos artistas que siguen vendiendo sus discos. Por ejemplo recientemente el joven y brillante cantante Abel Pintos ha ganado el disco de oro a poco de editado su nuevo trabajo. Así que no parecen que los artistas estén próximos a desaparecer, las discográficas pueden ser que hayan perdido de ganar una porción pero no por eso parecen encontrase en bancarrota en la medida que produzcan discos de calidad.

En tanto que las editoriales muy difícilmente estén dispuestas a editar libros de jóvenes escritores, limitándose a publicar a los consagrados. En un país como Argentina, que un escritor puede editar un libro sin tener fama previa, es casi una misión imposible. Por lo cual Internet resulta ser el único medio para que un escritor llegue al público, aún cuando eso signifique no obtener ningún ingreso. Salvo un puñado de escritores, el resto aún cuando una editorial se digne a publicarlo muy difícilmente pueda ganar algún dinero.

Los récords de público que obtienen semanalmente muchas películas en Argentina, tal el caso del éxito de Woody Allen en nuestro país,  desmienten a Lanier que al parecer nos toma por idiotas al comparar un video casero con una superproducción.

Por cierto que el autor trata de disfrazar sus intenciones amparándose en figuras mundialmente respetadas: “La cultura abierta se regodea en percepciones estrafalarias y exageradas de los males de las empresas discográficas o de cualquiera que crea que los antiguos modelos de propiedad intelectual tenían cierto mérito. Para muchos universitarios, el intercambio de archivos se considera un acto de desobediencia civil. ¡Eso significa que robar materiales digitales te sitúa en el mismo plano que Ghandi y Martin Luther King!”

Pero por más que la mona se vista de seda, mona queda, detrás de las palabras está ese infinito afán de lucro que domina las ideas y los actos del gurú de Microsoft: “Si decidimos apartar a la cultura del capitalismo mientras el resto de la vida sigue siendo capitalista, la cultura se convertirá en un arrabal. De hecho, la cultura online se parece cada vez más a un arrabal en varios aspectos perturbadores. Los arrabales tienen más publicidad que los barrios ricos, por ejemplo. Las personas son más malvadas en los arrabales; la ley de la calle y la vigilancia callejera son habituales”

Hay un toque discriminatorio en este párrafo y por cierto una clara defensa del más desenfrenado capitalismo que pone en primer término la ganancia económica por sobre los valores culturales.

Sigamos mostrando sus auténticas intenciones: “Creo que la mayoría de las personas aceptaría un contrato social en el que los bits tuvieran valor en lugar de ser gratuitos. Todo el mundo tendría fácil acceso a los bits creativos de los demás a precios razonables… y todo el mundo recibirá un pago por sus bits. Ese acuerdo celebraría plenamente la condición de su persona en su totalidad, ya que la expresión personal sería valorada”

La trampa se evidencia cuando nos dice “y todo el mundo recibirá un pago por sus bits” en realidad en el esquema que nos quiere imponer, las que cobrarán serán  las corporaciones, el gurú intenta colocarnos la zanahoria para que nos comamos la idea que vamos a recibir un pago por colocar algo en Internet, la cuenta sería muy sencilla siempre sería más lo que tengamos que pagar que lo que tengamos para cobrar, si es que hay algo en la columna del haber.

No obstante reconoce que esta idea tiene muy pocas posibilidades de tener eco entre los internautas: “pero espero convencer aún a los creyentes más puros de que tienen que elegir su veneno, y de que el veneno que estoy proponiendo es preferible a la larga, sobre todo desde una perspectiva libertaria”

En su prédica quiere convencernos en la necesidad que todo debe tener un valor monetario: “Por este motivo, para que todos podamos ganarnos la vida cuando las máquinas se perfeccionen, deberemos acordar que vale la pena pagar por nuestras  expresiones culturales y creativas”.

Sin duda estamos ante un intento de convertir al lucro en una religión, todo debe tener un valor monetario, llama poderosamente la atención  que esta cruzada se realice en nombre del humanismo.

Otro de sus argumentos es una supuesta carencia de creatividad en Internet lo que afecta la fina sensibilidad del gurú que siempre está dispuesto a generar nuevas ideas…que produzcan dinero. En Internet todos seríamos un hato de tontos, por no usar una palabra más contundente, que afectamos el buen gusto de genios como Lanier, por eso para que la red eleve su nivel todos deberíamos pagar.

En ese rumbo es que descalifica los productos que fueron generados por la gente que sostiene la libertad en Internet: “Por ejemplo, el pináculo de los logros del movimiento del software abierto ha sido la creación de Linux, un derivado de Unix, un viejo sistema operativo de los años sesenta. De la misma manera, el bando menos tecnológico del movimiento de la cultura abierta celebra la creación de Wikipedia, que es una copia de algo que ya existía: una enciclopedia”.

Si quiere hacer su aporte creativo ¿Por qué no hacen de Windows un software libre y gratuito? Porque eso significaría que Microsoft pierda millones y además le impediría controlar el mercado de computadoras como lo hace actualmente, por lo cual Lanier debería sincerarse y decir sin más que es una cuestión de dinero y no de ingenio.

Además decir que con Wikimedia no se inventó nada porque las enciclopedias ya existían es desmerecer el trabajo de miles de personas que aportaron a su creación, al gurú le molestan los trabajos que implican el aporte solidario de muchas personas, especialmente cuando no significan ganancias para su empresa.

Como vimos en la mentalidad del gurú la libertad queda en un segundo plano si ella limita su afán de lucrar: “La libertad es discutible si se desaprovecha. Si internet está realmente a no ser más que un medio accesorio, lo que me parecería una profunda derrota, al menos debería procurar no dar de comer la mano que le da de comer: es decir, no matar de hambre a los medios de comunicación comerciales”.

De ninguna manera son las grandes empresas quienes dan vida a internet como sugiere el gurú, son millones de personas en todo el mundo que intentan hacerse escuchar en lo posible en un plano de igualdad, sin las jerarquías que los monopolios intentan establecer. Debemos seguir dando la batalla para que en la red impere la libertad y no la prepotencia de las corporaciones.

 

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