El Forjista

El golpe de Estado de 1955

Fin de la conciliación

El llamado de Perón a deponer actitudes irracionales y a bajar el tono acalorado de la discusión política encontró como respuesta de la oposición sólo desprecio, incluso en ese período se llegó a descubrir el funcionamiento células preparadas para ejecutar un golpe de estado. El antiperonismo en bloque demostró que no le preocupaba un presidente más o menos democrático, no se trataba de cuestionar tal o cual medida, sólo aceptaba una salida: la desaparición de Perón y su movimiento, no había lugar en la Argentina para la oligarquía y sus obedientes políticos por un lado, y por el otro, un espacio socio-político que representaba a los más humildes.

Luego de la sangre derramada por sus irreconciliables enemigos, Perón tuvo la grandeza de llamar a la pacificación, por lo general los historiadores liberales pasan por alto esta importante actitud.

Llamó a sus adversarios a estrecharse las manos y sólo recibió de ellos injurias y una descomunal soberbia, que consideraron esto como un reconocimiento de debilidad, olieron sangre y ahí atacaron. No le era posible al peronismo, a menos que planeara su suicidio, continuar con esta línea.

El 30 de agosto Perón ofrecía su renuncia a la presidencia ante los dos partidos justicialistas, masculino y femenino, y la CGT. En sus considerandos decía: “Recibimos una colonia y devolvemos una patria libre y soberana”. Para continuar: ”Hemos organizado al Pueblo potencializando su voluntad mediante instituciones gremiales, económicas y políticas que difícilmente puedan ser destruidas por la perfidia de la oligarquía y sus personeros” Explicaba que en su opinión no había posibilidades de una guerra civil pero que si se estaba ante la posibilidad de que hubiese paz o dictadura y que él se negaba a asumir el rol de dictador. Terminaba su alocución:
“Por eso pido humildemente a los millones de argentinos que confiaron en mí, me liberen de todo el compromiso y acepten mi alejamiento del gobierno, para incorporarme como simple peronista a nuestro Movimiento. He dedicado la totalidad útil de mi vida al servicio del país creo tener derecho a disponer de mi vejez”. (43)

Se equivocaba al creer que su obra no podía ser destruida, pero eso quedó claro después.

Presentados los hechos las millones de personas que confiaban en él y que eran la mayoría, no podían permitir su salida del gobierno. Los historiadores liberales que tienden a perderse en cosas pequeñas suelen dar largas vueltas para explicar que en realidad todo estaba preparado para que no renuncie, pero poco interesa lo que pasara por la cabeza del gral. Perón, lo realmente importante fue que la mañana del 31 de agosto la CGT convocó al pueblo para reclamarle a Perón que desistiera de su renuncia y para mostrarle que el pueblo le respondía a su líder al cual no quería ver alejado del gobierno posiblemente porque intuía que pasaría si Perón se apartaba.

Ante las masas congregadas en la Plaza de Mayo, el presidente no ocultó su ira ante el comportamiento provocador de los opositores, fue el discurso de un guerrero que estaba dispuesto presentar batalla, dijo en esa oportunidad: “Hemos vivido dos meses en una tregua en que ellos han roto con actos violentos, aunque esporádicos e inoperantes. Pero ello muestra su voluntad criminal…Por eso, yo contesto a esta presencia popular con las mismas palabras del 45: a la violencia le hemos de contestar, con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos ganado el derecho de reprimirlos violentamente, y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos”.

Finalizaba expresando: “Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y a todo el pueblo argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas o la oligarquía las va a destrozar al final”.(44)

En estas últimas palabras estaba centrado el principal dilema de aquellas jornadas, el gobierno y el pueblo derrotaban a la oligarquía o ésta con su gran cantidad de tentáculos políticos, económicos y sociales clausuraba el período y las conquistas obreras, y aquellas que alentaban la soberanía como el artículo 40 de la Constitución del 49. Aquí estaba el motivo del odio de la oligarquía, sus partidos leales y hombres de armas todos los cuales se estaban preparando para liquidar las conquistas alcanzadas.

Con respecto a aquellas palabras de abierto enfrentamiento, las cuales sí fueron profusamente difundidas por los historiadores del liberalismo debe señalarse, y en esto coinciden muchos autores que no son peronistas, que la amenaza sintetizada en la fórmula del 5 X 1 nunca fue cumplida por Perón. Por más que denostara a sus adversarios no utilizó la fuerza para defenderse de ellos, y he ahí una de las razones de su caída.

Pero el efecto de aquellas palabras y la propaganda que llegaba a los hogares de los militares, y las clases medias y acomodadas, tuvieron el efecto de acelerar los aprestos del golpe. La Marina estaba en plena ebullición desde el frustrado golpe del 16 de junio, luego de escuchar las palabras de Perón los marinos deliberaron y fijaron el 8 de septiembre como la fecha para el nuevo levantamiento.

Pero si Perón no cumplía con sus amenazas y hasta trataba con benignidad a los asesinos del 16 de junio, los antiperonistas sí cumplían con sus palabras cargadas de odio, cada vez que ponían la mira ponían la bala y algún inocente caía. Cabe destacar algo que por lo general no aparecen en los libros de historia y es que a esta altura era cada vez más notoria la actuación de grupos autodenominados Comandos Civiles que no eran otra cosa que auténticas estructuras terroristas, formadas por lo general por hombres jóvenes provenientes de familias acomodadas que veían en el enfrentamiento contra los humildes una causa digna de ser luchada.

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(43) M. Peña pags 144 y 145
(44) Idem pags 145 y 148

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