El Forjista

El golpe de Estado de 1955

Conciliación y pacificación

Quién después sería llamado “el tirano sangriento” por los mismos responsables de ensangrentar el país para restaurar el poder oligárquico, asumió una actitud propia de un estadista que se ubica por encima de la luchas internas de una Nación para rescatarlo de una cruel lucha que sin duda conducía a un abismo inimaginable aún para los mismos protagonistas.

Luego del luctuoso 16 de junio y repuesto de aquella matanza, el gobierno adoptó una política de conciliación y llamó a todos los partidos a dejar de lado las disputas que estaban llevando al país al borde la guerra civil.

Comenzó esta etapa produciendo un considerable cambio en el propio gobierno, especialmente en aquellos miembros del gabinete más cuestionados por la oposición y a funcionarios que contaban con el repudio de los propios peronistas tal el caso del secretario de Prensa, Raúl Apold. También se produce una modificación en la cúpula de la CGT donde Di Pietro reemplaza a Vuletich.

El 29 de junio de 1955 se levantó el Estado de Sitio y se procedió a liberar a una cantidad importante de presos considerados por la oposición de carácter político. (33)

El 5 de julio Perón dirigió un mensaje al país llamando a la pacificación de los espíritus y exime de responsabilidad a los partidos opositores por los acontecimientos del 16 de junio.

En el partido peronista, Leloir reemplazó a Tesaire, aquél junto a John William Cooke y Bustos Fierro le dan al gobierno y al partido un dinamismo luego de una etapa en que el burocratismo había producido un notorio desgaste, estos tres hombres democratizarán la vida política sin renunciar a las banderas históricas. (34)

En el discurso del 5 de julio Perón manifestó: “La revolución peronista ha finalizado; comienza ahora una nueva etapa que es de carácter constitucional, sin revoluciones, porque el estado permanente de un país no puede ser la revolución”. (35)

El 15 de julio Perón profundiza el sentido de la conciliación y continúa el camino emprendido, renuncia a la presidencia del partido y anuncia: “Dejo de ser el jefe de una revolución para asumir la condición de Presidente de todos los argentinos, amigos o adversarios…Yo me pongo a realizar honradamente lo que creo mi trabajo: pacificar el país”. (36)

Además agregó: “Para demostrar nuestra buena voluntad conjunta y nuestra disciplina partidaria, pido a todos nuestros compañeros una tregua en la lucha política”. Hacia fines de agosto en un reportaje en el diario La Nación repetía que daba por finalizada la etapa revolucionaria por haberse logrados los objetivos fijados en 1945. (37)

Explicaba también en ese discurso del 15 de julio ante legisladores que: “…limitamos las libertades en cuanto fue indispensable limitarlas para la realización de nuestros objetivos. No negamos nosotros que hayamos restringido algunas libertades: lo hemos hecho siempre de la mejor manera en la medida de lo indispensable y no más allá de ello”. (38)

Entre los cambios efectuados estaba el de restringir el accionar de la muy cuestionada Alianza Libertadora Nacionalista.

Se autoriza a los líderes opositores a hablar por radio a todo el país hacia fines de julio lo hizo Frondizi, luego se sucedieron Solano Lima, Molinas y Leloir. El 13 de agosto La Nación publica un texto de Alfredo Palacios al que no se le permitió decir su alocución, el líder socialista decía en ese texto: “El país no será pacificado mientras el general Perón ocupe el sillón de Rivadavia”. En 1930 había pedido la renuncia de Hipólito Yrigoyen, siguiendo con esta línea Américo Ghioldi (39) llamaba a derrocar a Perón por la fuerza desde el Uruguay. (40)

En julio cuando Perón convocaba a sus compatriotas a deponer odios y abrir sus abrazos haciendo concesiones exageradas, la policía descubría una célula de Comando Civiles armados que tenía su epicentro en el Barrio Norte. Paralelamente se estaban gestando dos conspiraciones militares, una liderada por Aramburu y la otra por Lonardi. (41)

Frondizi expresó su posición contraria a los acuerdos petroleros pero lo hizo en tono francamente desafiante: “Queremos la paz, pero no a costa de la libertad ni a la renuncia a nuestros ideales democráticos. Desde ya afirmamos que, antes de sacrificar una sola de esas reivindicaciones preferimos ser perseguidos por nuestra lealtad a la causa del pueblo y no gozando de la tranquilidad cómplice que pudiera obtenerse traicionándolo”.

El 9 de agosto Solano Lima acusa al gobierno de creerse omnipotente y el 23 de agosto Luciano Molinas expresó: “La división de poderes no existe. El Congreso ha legalizado la absorción de todos por el Poder Ejecutivo. Nunca fue más simple la tarea de legislar. Ningún Congreso prestó tanto acatamiento a las iniciativas que se le enviaban, ni dictó tantas leyes represivas…”. (42)

Cabría recordar que el Partido Demócrata Progresista al cuál pertenecía Molinas se habían prestado junto al socialismo al llamado contubernio que permitió la fraudulenta elección del Gral. Justo en 1932 iniciando la nefasta Década Infame, se ve que en aquellos años no conocían tanto de democracia como la que querían enseñarle al peronismo.

Era evidente luego de un mes y medio de esfuerzo para conciliar las posiciones enfrentadas que el gobierno sólo había obtenido como respuesta la insolencia y prepotencia de la oposición, además el tiempo fue utilizado por los militares antiperonistas para acelerar las conspiraciones en marcha.

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(33) Potash pags 264 y 265
(34) Jorge A. Ramos. La era del bonapartismo. Edit. Plus Ultra 1973. pags 223 y 224
(35) Jorge A. Ramos, La era del peronismo pag 164
(36) Félix Luna. Tomo III pag 293
(37) M. Peña pags 138 a 140
(38) Julio Godio Pag 38
(39) Félix Luna Tomo III pag 301
(40) Julio Godio pag 89
(41) Ramos. La Era del peronismo pags 164 y 165
(42) Rodríguez Lamas pags 57 y 58

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