El Forjista

Vida y obra de Erich Fromm

Las convicciones de Erich Fromm

Capítulo 38 - Fe y esperanza

La esperanza no consiste ni en la espera pasiva ni en violentar la realidad con la ilusión puesta en que se produzcan circunstancias adecuadas para el desarrollo de nuestra vida, utilizando términos políticos podríamos decir que la esperanza no debe relacionársela ni con el reformismo ni con el aventurerismo radical.

Recurramos nuevamente a las palabras de Fromm: “La esperanza es un estado, una forma de ser. Es una disposición interna, un intenso estar listo para actuar”.

Cuando la esperanza muere la vida termina, se encuentra estrechamente vinculada a la fe, que no es otra cosa que la convicción en algo que aún no se ha probado, cuando es  racional se refiere al conocimiento real de algo que aún no sucedió. La fe y la esperanza no deben tomarse como la predicción del futuro sino como la visión presente de un estado en gestación.

Hay una enorme diferencia entre la fe racional y la irracional, la primera es el resultado de una disposición interna a la acción intelectual o afectiva, en tanto que la otra es el sometimiento a algo establecido que se admite como verdadero sin importar si lo es o no, la fe irracional tiende a la pasividad.(1)

Los individuos necesitan de la esperanza para vivir, pero también es imprescindible para  las naciones y los grupos sociales en general, si la pierden corren el riesgo de desaparecer por falta de vitalidad o por desarrollar una destructividad irracional. Los signos de desesperanza pueden verse por todas partes, por ejemplo en la expresión de aburrimiento de ciertas personas o en la ausencia de comunicación entre ellas.(2)

En este tema se produce la paradoja que la gente que tiene fe y esperanza no es realista y la que lo es, no tiene fe y esperanza, para encontrar una salida hay que procurar la fusión entre el realismo y la fe.(3)

La fe irracional es la creencia que se basa en la sumisión a una autoridad, en cambio aquella que es racional está arraigada en la propia experiencia, no es la creencia en algo, es la cualidad de certeza y firmeza en nuestras convicciones, la fe es un rasgo de  carácter que penetra nuestra personalidad.

Cuando es irracional, la fe lleva a creer en algo por el sólo hecho que una autoridad lo sostiene, la racional tiene sus raíces en una convicción sustentada en el propio conocimiento y observación aún cuando la opinión predominante pueda ser diferente.(4)

La fe en los demás culmina con la fe en la Humanidad que tiene su expresión en la religión judeo-cristiana o en las ideas políticas humanistas. Esa fe se basa en la idea que dadas las condiciones adecuadas se construirá un orden donde impere el amor, la justicia y la igualdad. Ese orden no se ha construido aún por lo cual la convicción de poder realizarlo necesita de la fe, pero no puede ser una cuestión de mero deseo sino que tiene su sustento en los logros obtenidos por la Humanidad hasta el día de hoy. La base de la fe racional se basa en vivir de acuerdo a nuestras propias convicciones.(5)

Esa confianza en la naturaleza humana la expresaba diciendo que: “Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no sólo excepcional o individual es tener una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre”.(6)

Fromm consideraba que no hay fe racional vinculada al poder, porque produce sumisión a él, y aquellos que lo poseen intentan por todos los medios conservarlo e incrementarlo. Todos los sistemas religiosos y políticos que se construyeron sobre una fe racional se corrompieron si confiaron en el poder o se aliaron con él.

Tener fe significa tener coraje y estar dispuesto a asumir el riesgo, quien considera que la finalidad de la vida es la seguridad y la tranquilidad no puede tener fe, quien se encierra en un sistema de defensa termina prisionero.(7)

Cuando se pierde la fe en alguien como un amigo, un líder o un amor, la reacción puede adoptar diferentes maneras: tal vez deje de depender de la persona responsable del desengaño y por lo tanto el individuo adquiera una mayor independencia siendo capaz de lograr un nuevo amigo, guía o amante; o quizá se hunda en el escepticismo y  quede esperando que un milagro restaure la fe; o también podría ocurrir que se  arroje a los brazos de una autoridad poderosa, religiosa o política,  para recobrar la fe; otras veces se trata de olvidar la pérdida iniciando una carrera desenfrenada por dinero, poder o prestigio. Un individuo desengañado puede reaccionar odiando la vida,  asumiendo que los seres humanos son malignos o incluso que uno mismo lo es. (8)

Fromm nos habla de una fe y esperanza que no se contradice en nada con los avances científicos, por el contrario afirmaba que si la fe no puede ser reconciliada con el pensamiento racional debe ser cuestionada en tanto reminiscencia de un pasado que aún se resiste a dejar paso al futuro, debe ser reemplazada por los aportes de la ciencia que se ocupa de hechos y teorías demostrables. La actitud hacia la ciencia en los tiempos actuales se logró luego de una larga lucha contra las autoridades eclesiásticas que pretendieron ejercer un férreo control del pensamiento.

La carencia de fe que tiene el hombre moderno no adopta el carácter progresista que pudo tener en otras épocas en que la lucha contra la fe adoptó la forma de un combate por la emancipación del espíritu, se cuestionaba las creencias irracionales y se expresaba la confianza en la razón humana y en su capacidad para establecer un orden social regido por los principios de libertad, igualdad y fraternidad. En cambio la carencia de fe en la actualidad es producto de la confusión y la desesperación.
Ante eso expresaba que era indispensable estar imbuido de esa fe racional: “En verdad, sin fe el hombre se vuelve estéril, desesperado, medroso hasta lo más profundo de su ser”.(9)

La historia de la ciencia está llena de ejemplos de fe en la razón, desde la concepción de una visión racional hasta la formulación de una teoría, necesitan de la fe que radica en la experiencia individual, en la confianza en el poder de pensar, observar y discernir.(10)

Lo opuesto a la educación es la manipulación y se basa en la ausencia de fe en las posibilidades de crecimiento de los seres humanos y en la creencia que el niño sólo se comportará correctamente si es que los adultos le inculcan lo que es deseable y anulan aquello que es indeseable.(11)

El hombre necesita de la fe, la cuestión es si adopta la fe irracional en las máquinas, el éxito, los líderes o las corporaciones, o si elige la fe racional que lo haga creer en sus propias potencialidades. La ética humanista promueve que el hombre es perfectamente capaz de determinar lo que es bueno para la humanidad y en consecuencia actuar utilizando el poder de la razón, contrariamente aquellos que no comulgan con esa ética sostienen que el hombre está inclinado hacia la agresividad contra sus semejantes, a ser envidiosos, a preferir la pereza a menos que se lo limite por medio del temor.(12)

La fe en la vida, en los demás y en sí mismo tiene que edificarse sobre el terreno firme del realismo, es decir sobre la capacidad de ver los errores ahí donde se producen, de captar las trampas, la destructividad y el egoísmo no sólo cuando se presentan a cara descubierta sino también cuando utilizan distintas máscaras.

Ni Buda, ni los profetas, ni Jesús, ni Eckhart, ni Spinoza, ni Marx, ni Schweitzer eran blandos, eran tercos realistas que fueron calumniados y perseguidos no por predicar la virtud sino por decir la verdad. No respetaron el poder, los títulos, ni la fama; sabían que el rey se paseaba desnudo y lo decían, eran plenamente conscientes que en su prédica podían perder la vida y no obstante siguieron adelante.(13)

 Fromm no mencionó la palabra utopía mientras desarrolló el tema de la fe y la esperanza pero creemos que de eso se trata fundamentalmente cuando nos hablaba de estos asuntos, de asumir ideas fuerzas que guíen nuestras acciones y que estemos dispuestos a defenderlas aún cuando no sean mayoritarias o no estuvieran de moda. Precisamente que incursionara en cuestiones como la esperanza y la fe hizo que varios críticos lo cuestionaran por idealista, dándole una significación peyorativa al término, aún cuando en todo momento sostuvo la necesidad de mantener el contacto con la realidad y de promover los adelantos científicos que no fueran contra el bienestar de los seres humanos y su hábitat.

Luego que en Latinoamérica se padeciera los embates siniestros del neoliberalismo con su prédica del más exacerbado individualismo y el desprecio por las necesidades de los más humildes, es que muchos autores han revalorizado el papel de las utopías, nuestro pensador tuvo siempre en claro la necesidad que el ser humano abrace ideales solidarios y dedique su vida a pelear por ellos.

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(1) La revolución de la esperanza, pags. 21 a 25
(2) Ob. Cit., pag. 33
(3) Ob. Cit., pag. 149
(4) El arte de amar, pags. 117, 118 y 119
(5) Ob. Cit.,pags. 120 y 121
(6) Ob. Cit., pag. 128
(7) Ob. Cit.,pags. 121 y 122
(8) El corazón del hombre, pags. 26  y 27.
(9) Etica y psicoanálisis, pags. 213, 214 y 215
(10) Ob. Cit., pags, 221 y 222
(11) Ob. Cit., pag. 224
(12) Ob. Cit,. pag. 227
(13) Del tener al ser, pag. 40

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