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El Forjista

 

El vicepresidente. El vicio del poder

 

Esta película escrita y dirigida por Adam McKay con las actuaciones de Christian Bale, Amy Adams y Steve Carrell muestra aspectos de la vida personal y sobre todo política del que fuera vicepresidente, Dick Cheney, durante el mandato de George W. Bush.

A nuestro entender constituye una película indispensable en estos tiempos en que los Estados Unidos amenazan con nuevas invasiones, ahora en nuestro continente, con el apoyo de nuestro gobierno cuyo comportamiento más propio de una mascota obediente que de un estado soberano nos llena de una enorme vergüenza.

Surge a primera vista realizarnos la pregunta preocupante de ¿en manos de quién se encuentra el mundo? Cuando personas carentes de la más mínima capacidad para discernir sobre cuestiones menores tienen en su poder la posibilidad de controlar un inmenso arsenal nuclear y una industria de armamentos capaz de arrasar cualquier nación de la Tierra.

Cuando personas incapaces y de muy escasa inteligencia, fácilmente influenciables y por lo tanto capaces de convertirse en títeres de los auténticos dueños del poder que como en el caso de George W. Bush llegó a la presidencia de su país.

Dick Cheney, vicepresidente del país, pero también presidente de la empresa Halliburton, fue quien manejó el poder y condujo a su país a invasiones que significaron la muerte de gran cantidad de civiles en los países arrasados, en Irak la cifra de civiles llegó a los 600.000, y todo esto para que la empresa del vicepresidente y otras asociadas pudieran hacer extraordinarios negocios.

La película nos muestra como un político con escasas luces y sin principios, pero con muchas ambiciones personales, como el caso de Dick Cheney, pudo llegar a ocupar diversos cargos de la administración nacional, siendo obediente a un rufián como Donald Rumsfeld para servir los intereses de las grandes corporaciones.

También podemos ver como a través de los denominados focus group a los que ahora también es muy afecto del gobierno macrista, pudieron encontrar los mecanismos para influenciar a la opinión pública para que apoyaran una guerra infame.

En este escandaloso concierto de mentiras para convencer a su población a apoyar lo que las corporaciones determinan, juegan un papel fundamental los medios de comunicación que colaboran para instalar los engaños del poder.

Hay un aspecto que permite visualizar la inmensa hipocresía estadounidense cuando sus gobernantes nos hablan de democracia y el respeto a las libertades que les exigen a los demás países y han precedido a secuestrar ilegalmente personas en el extranjero para luego transportarlas sitios siniestros como la prisión de Guantánamo, o cuando, directamente han justificado la instrumentación de la tortura a personas a las que previamente acusaron sin fundamento alguno, sin pruebas y sin juicio de ser terroristas.

Entre tanta propaganda imperial predominante en los medios de comunicación argentinos, esta película es un ejemplo de lo que el cine puede realizar cuando sólo apela a la verdad y a defender los intereses de los pueblos, en vez de servir a las corporaciones que son la que tienen el auténtico poder en aquel y en este país.

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