El Forjista

 

Clubes de barrio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la maravillosa película “Luna de Avellaneda” se rinde homenaje a los clubes de barrio, el objetivo de este artículo, salvando las distancias y la belleza artística de la película, es el mismo.

Creemos que la función social que dichas instituciones cumplen es de un notorio beneficio, particularmente para niños y jóvenes, que en las ciudades carecen de lugares para el esparcimiento y la práctica de deportes.

Los más chicos no sólo pueden practicar deportes sino que muchas veces entablan amistades que durarán por el resto de sus vidas, haciendo del club el lugar habitual de reunión, alejados de los riesgos que muchas veces las calles deparan por la ola de inseguridad que castiga a las grandes ciudades.

Si bien los hay para todos los presupuestos, la mayoría de ellos cobran una cuota muy económica que permiten que hasta las familias más humildes puedan enviar a sus hijos a estos clubes.

Precisamente una de las características más importante es que todas las clases sociales encuentran un lugar para que los niños puedan concurrir a realizar práctica de deportes, tan necesaria para mantenerlos mental y físicamente sanos.

Difícilmente podamos encontrar Instituciones más democráticas que los clubes de barrio en cuanto a la participación de los asociados en su conducción y las decisiones.

Estos clubes se mantienen por la cuota de los asociados, el alquiler de sus instalaciones, en algunos casos por subsidios municipales, con los cuales estamos en total acuerdo, pero por sobre todas la cosas, por el apoyo de los padres que brindan su tiempo y también el aporte monetario para el desarrollo de las actividades. Además debemos señalar, que por lo general todos los clubes tienen personas con dedicación casi full-time las que dedican sus vidas al engrandecimiento de estas instituciones, sin ningún tipo de remuneración.

La crisis económica provocada por las políticas liberales de los últimos años y la despreocupación del Estado por la salud física y mental de nuestra niñez, llevaron a la desaparición de una gran cantidad de clubes con estas características.

Creemos que junto a la lectura la actividad en estos clubes constituyen el mejor antídoto contra las innumerables horas ante la televisión que pasan muchos jóvenes, los clubes son una barrera contra la tinellización y sofovichización de la vida que trata de imponer la TV, donde no hay lugar para la solidaridad y el pensar en los demás.
Estas instituciones preparan a los más pequeños para su vida futura, enseñándoles a pensar en el grupo y no sólo en sí mismo. Los deportes grupales cumplen esa función que sin duda les será de utilidad en su vida adulta.

Es necesario defender e incentivar el desarrollo de estos clubes porque con ello aseguraremos una vida más libre y sana para nuestra niñez y juventud.

 

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