El Forjista

Biografía del general San Martín

 

Capítulo 7 - El combate de San Lorenzo

 

El Segundo Triunvirato comenzó con un gran impulso que luego se fue esfumando, Belgrano que estaba al mando de Ejército del Norte recibió armamento y municiones y se le dio órdenes de avanzar hacia Salta, San Martín fue ascendido a coronel.

Los realistas seguían controlando Montevideo, su escuadra realizaba incursiones atacando los pueblos del litoral y bombardeando Buenos Aires.

La Gaceta relataba uno de esos bombardeos sobre la ciudad de una manera casi festiva: “A eso de las nueve de la noche la flotilla, estacionada en la rada interior, comenzó, sin previo aviso el bombardeo de Buenos Aires. Las granadas, describiendo hermosos arcos, caían sobre la ciudad alumbrada ya por los faroles nocturnos. Las familias se encontraban casi todas en sus tertulias y aunque las granadas hacían explosión en uno y otro sitio, no por eso las señoras dejaban de subir a las azoteas para presenciar el espectáculo. Después de arrojar una cincuenta granadas sobre la ciudad y manteniendo un vivo fuego sobre la playa, felizmente ineficaz el español Michelena intimó a la rendición de las autoridades”.

Un recurso que San Martín utilizó con frecuencia era la de infiltrar espías entre los enemigos para enterarse con antelación de los movimientos de los enemigos, lo realizó sistemáticamente en Chile y Perú, la Logia Lautaro había infiltrado algunos de sus miembros en Montevideo, fue de esa manera que fue informado que el jefe español Zabala veía navegando por el Guazú desde el 17 de enero con una escuadrilla con once barcos y 300 hombres.

El 28 de enero la flota realista estaba a la altura de San Nicolás llegando a Rosario el día 30, el 3 de febrero de 1813 estaban en San Lorenzo donde desembarcaron unos 250 hombres con dos cañones, San Martín los estaba esperando.

El coronel ordenó atacar los flancos, con dos divisiones de 60 soldados cada una, a su mando una de ellas y la otra bajo la dirección del capitán Bermúdez, los realistas utilizaron los cañones ubicados en los barcos para tratar de dañar a las tropas patriotas, pero el ataque de los granaderos no pudo ser detenido poniendo en fuga a los realistas que se apresuraron a volver a los barcos, dejando en el campo 40 muertos y se tomaron 14 prisioneros la mayoría de ellos heridos.

Los patriotas sufrieron 6 muertos y 20 heridos, el joven teniente Manuel Díaz Vélez fue tomado prisionero estando herido, luego fue canjeado por otro prisionero, pero falleció producto de las heridas recibidas, San Martín recibió una leve herida en la cara y un brazo dislocado.

Entre los muertos se encontraban el sargento Juan Bautista Cabral y el capitán Justo Germán Bermúdez, ellos juntos a Juan Bautista Baigorria salvaron la vida de San Martín cuando su caballo cayó herido y quedó con una pierna atrapada, Cabral dijo esas palabras con las que se lo recuerda.

San Martín le escribió al Triunvirato para que atendiera la situación de las viudas y las familias de aquellos combatientes que cayeron en San Lorenzo, lo que muchas veces era olvidado por los gobernantes. La respuesta del Triunvirato fue favorable.

En esa carta el coronel decía: “No puedo prescindir de recomendar particularmente a V.E a la viuda del capitán Justo Bermúdez, que ha quedado desamparada con una criatura de pecho, como también a la familia del granadero Juan Bautista Cabral, natural de Corrientes que, atravesado con dos heridas, no se le oyeron otros ayes que los de “Viva la patria ¡muero contento por haber batido a los enemigos”; y efectivamente a las pocas horas falleció, repitiendo las mismas palabras”
Cuando la Asamblea aprobó el Himno Nacional una de las estrofas menciona las páginas de gloria de las armas nacionales entre las que se menciona a San Lorenzo, forma parte de aquellas estrofas que no se cantan y que decía:

San José, San Lorenzo, Suipacha,
ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la banda Oriental.
Son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó;
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.

La Asamblea del año XIII adoptó decisiones importantes como la libertad de vientres que significaba que todos los hijos e hijas de esclavas que hubiera nacido después del 31 de enero de 1813 eran libres, abolió formas de servidumbre sobre los indios como la mita y el yanaconazgo, se extinguieron los títulos de nobleza, suprimió la Inquisición y los métodos de tortura, adoptó el escudo, la escarapela y la bandera de Belgrano, como el Himno Nacional, estableció la fiesta del 25 de mayo, se quitaron de los edificios públicos el escudo real y el retrato del rey  y toda mención a la monarquía en los papeles para trámites públicos, oficializó el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata y la orden de acuñar moneda propia sin la efigie de Fernando VII.

Pero la Asamblea cometió un enorme error al no reconocer a los diputados de la Banda Oriental que respondían al valeroso caudillo José Gervasio de Artigas que sostenía una clara posición federal que no era aceptada por los sectores adinerados de la ciudad de Buenos Aires, ciudad que pretendía mantener los ingresos del puerto bajo su único estricto control.

Pero además los enviados de la Banda Oriental venían con instrucciones de declarar la independencia, que a la mayoría de las provincias resultaba demasiado audaz, también pretendían dictar una Constitución Republicana que estableciera la igualdad de los ciudadanos, que las provincias pudieran dictar sus propias constituciones y hasta tenían la osadía de plantear una capital que no fuera Buenos Aires.

La excusa para rechazar los diputados que respondían a Artigas era que su elección adolecía de defectos cuando en verdad fueron los únicos nombrados de manera democrática, en cambio los delegados de Tucumán que venía con la instrucción de que no se declarara la independencia argumentando que era demasiado oneroso mantener un ejército, fueron aceptados sin inconvenientes.

A esta altura de los acontecimientos comienza una transformación de uno de los compañeros de viaje de San Martín en el retorno a su patria, Carlos Alvear pasará, cada vez más descaradamente, a defender los intereses de la oligarquía porteña transformándose en un referente de ese sector y olvidando la misión que lo trajo a América, situación que lo convertirá en uno de los mayores enemigos de San Martín al igual que lo fue Rivadavia, además Alvear fue uno de los promotores que se adopten estas medidas contrarias a Artigas al que consideraba más peligroso que los realistas.

El jefe de la escuadra británica William Bowles le escribía al Almirantazgo refiriéndose a Alvear: “Vino imbuido de ideas de libertad e independencia pero la experiencia de dos años lo han convencido de que este país no posee los medios ni la habilidad que necesitaría para gobernarse a sí mismo y que la interferencia de un protector fuerte es absolutamente necesaria para preservarlo de las miserias de la guerra civil”.

En junio de 1812 Napoleón emprendió la invasión a Rusia que se fue complicando a medida que avanzaba, obligándolo a retirar tropas de todos los frentes, esto permitió a las tropas anglo españolas al mando de Wellington emprender desde Portugal un ataque a los franceses en España que concluyó con el triunfo el 22 de julio de 1812 en Arapiles cerca de Salamanca, esta derrota obligó a José, el hermano del emperador francés, a abandonar Madrid en agosto.

Napoleón fue finalmente derrotado en Rusia y su ejército es también vencido en Victoria, España, finalmente el imperio de Napoleón se desmoronó con la derrota en Leipzig en octubre de 1813.

Esto provoca que en diciembre de 1813 se restituya en el trono a Fernando VII, pero como la estaba pasando bastante bien mientras el pueblo español luchaba, recién viajó a España en marzo de 1814 para asumir en mayo con la intención de erradicar todo vestigio de liberalismo, desconoció la constitución, clausuró las cortes y encarceló a sus miembros.

El rey de España dispuso la conformación de un gran ejército que se dirigiría a Montevideo a escarmentar a los rebeldes de Buenos Aires, pero como esa ciudad de la Banda Oriental había caído en manos de los revolucionarios dispuso que se dirigiera a Venezuela para liquidar a quienes osaron bregar por la emancipación.

San Martín era una persona con mucho prestigio, por lo que Alvear que lo comienza a ver como un problema para sus ambiciones decide enviarlo a ocupar el mando del Ejército del Norte en reemplazo de Belgrano.

El mismo Alvear reconoce en un escrito sus intenciones de alejar a San Martín de Buenos Aires: “El coronel San Martín había sido enviado a relevar al general Belgrano y la salida de este jefe de la capital, que habíase manifestado opuesto a la concentración del poder, me dejaba más expedito para intentar esta grande obra”.

Alvear hace aprobar por la Asamblea la creación del cargo de Director Supremo en reemplazo del Triunvirato y hace designar en ese cargo a su tío Gervasio Antonio Posadas, que entre las primeras resoluciones que adopta declara traidor a Artigas.

Artigas le contestó: “Los orientales han entrado por principios en la revolución grande, y por eso es aun cuando V.E. no quisiera que fueran libres, ellos lo serán. Decláreme V.E. traidor cien veces, yo no variaré. Adopte planes descabellados, nada habrá capaz de arredrarnos y en medio de todos los contrastes de la fortuna, de peligros, de riesgos y complicaciones de objetos, todos seremos igualmente libres, decididos y enérgicos”.

San Martín marchó al norte, una de las órdenes que había recibido era detener a Belgrano y enviarlo a Buenos Aires donde sería juzgado por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, pero desobedece a los funcionarios de Buenos Aires y no detiene al general Belgrano.

La relación entre ambos fue muy cordial, de un enorme respeto mutuo, se reunieron en la Posta de Yatasto, San Martín escuchó atentamente los argumentos de Belgrano sobre las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma que devinieron por las órdenes enviadas desde Buenos Aires en el sentido de avanzar sobre el Alto Perú, que siempre terminó en un desastre todas las veces que se intentó.

Además el Ejército del Norte padecía de un descuido que se verificaba en la falta de armamento, de alimentos y los atrasos en los sueldos que muchas veces derivó en que los soldados robaran a los vecinos para poder comer, o vivían de la caridad de ellos.

Como San Martín no cumplió la orden de detener a Belgrano, Posadas le insistió en que lo hiciera, la respuesta del coronel fue: “De ninguna manera es conveniente la separación de dicho brigadier (Belgrano) de este ejército. En primer lugar porque no encuentro un oficial de bastante suficiencia y actividad que le subrogue accidentalmente en el mando de su regimiento”.

Y agregaba: “Yo me hallo en unos países cuyas gentes, costumbres y relaciones me son absolutamente desconocidas y cuya situación topográfica ignoro, y siendo estos conocimientos de absoluta necesidad para hacer la guerra, sólo este individuo puede suplir la falta, instruyéndome y dándome las noticias necesarias de que carezco”.

Después de un tiempo Belgrano marchó por su propia voluntad a Buenos Aires donde fue juzgado y absuelto de las acusaciones que pesaban sobre él.

San Martín se estableció en Tucumán donde dedicó su esfuerzo a organizar el Ejercito del Norte, allí fundó una Academia de Matemáticas destinada a la oficialidad y a la tropa porque consideraba que los oficiales debían tener conocimientos matemáticos.

En abril de 1814 le comunica a Posadas que pensaba dejar en manos de Güemes la defensa del norte, el caudillo salteño es nombrado teniente coronel del Ejército del Norte.

El 22 de marzo de 1814 le envía una carta a Nicolás Rodríguez Peña donde le dice: "La patria no hará camino por este lado del Norte que no sea una guerra permanentemente defensiva y nada mas. Para eso bastan los valientes gauchos de Salta con dos escuadrones de buenos veteranos. Pensar otra cosa es echar al pozo de Ayron, hombres y dinero. Ya Ie he dicho a Ud. mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar alii con los godos … aliando las fuerzas pasaremos por el mar a tomar Lima. Ese es el camino y no éste. Convénzase Ud. que hasta que no estemos sabre Lima la guerra no acabará".

De su paso por el norte pudo conocer fehacientemente las barbaridades realizadas por los ejércitos españoles, que nada tenían que ver con la caballerosidad que había conocido en Europa cuando se enfrentaban entre ejércitos de dos potencias europeas.

Los españoles saqueaban y promovieron asesinatos en masas, establecían castigos ejemplificadores como la de dejar expuestas las cabezas de sus enemigos para escarmentar a los rebeldes.

San Martín aprobó la táctica de guerrilla adoptada por Güemes mostrando toda su admiración por este caudillo y sus gauchos, así lo expresó: “Los gauchos de Salta solos están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse de una división con el sólo objeto de extraer mula y ganado”.

También los realistas llegaron a reconocer lo difícil que le resultaba enfrentar a los gauchos del norte, el 21 de julio de 1814 el comandante en jefe de las fuerzas españolas general Joaquín de la Pezuela envía una nota al virrey del Perú indicándole la difícil situación en la que se encuentra por la acción de los gauchos de Güemes: “Descubro que su plan, consiguiente a las órdenes del gobierno, es de no dar ni recibir batalla decisiva en parte alguna, y sí de hostilizarnos en nuestras posiciones y movimientos…en una palabra, experimento que nos hace casi con impunidad una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial”.

Y en el final decía: “A todas estas ventajas que nos hacen los enemigos, se agrega otra no menos perjudicial, y es la de ser ellos avisados por hora de nuestros movimientos y proyectos por medio de los habitantes de estas estancias, y principalmente por las mujeres relacionadas con los vecinos de aquí y de Salta”.

Güemes había nacido en Salta el 8 de febrero de 1785, participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas y al producirse la Revolución de Mayo se incorporó al ejército destinado al Alto Perú, formó parte de las tropas que vencieron en Suipacha, desde 1814 se puso al frente de la partida de gauchos guerrilleros que hostigaron a los realistas.

El 3 de agosto de 1814 las tropas de Güemes obligaron a Pezuela a abandonar Salta y retirarse al Alto Perú, en su retiro fueron abandonando artillería y armas que eran capturados por los conocidos como infernales¸ todos los integrantes eran voluntarios, era el pueblo en armas pero con lo que tenían a mano, machetes, lanzas, boleadoras, y unos pocos fusiles.

El 14 de abril de 1815 lograron derrotar a los realistas en el Puesto del Marqués, los invasores tuvieron 120 muertos y 122 prisioneros, mientras que los patriotas sólo dos heridos, el 6 de mayo de 1815 el Cabildo lo nombra gobernador de Salta.

El capitán español Pedro Antonio Olañeta fue comisionado por el virrey del Perú para sobornar a Güemes quién lo paró en seco y le dijo: “Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos sino de los tiranos que quieren esclavizarnos… En el magnánimo corazón de estos hombres no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad…el pueblo quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete”.

Los pedidos de ayuda de Güemes eran permanentes pero a Buenos Aires no le importaba perder la provincias del Norte por eso los auxilios nunca llegaron, su situación se hizo desesperada, las clases altas salteñas le retaceaban el apoyo por temor a incrementar el poder de Güemes y por la desconfianza que le provocaban los gauchos armados.

La ambivalencia del gobierno de Buenos Aires con Posadas como poder político y su sobrino Alvear como jefe militar envía felicitaciones a Fernando VII por su regreso al trono de España, mientras designa al almirante Guillermo Brown para conformar la primera escuadra nacional que logra destruir a la flota enemiga que custodiaba Montevideo el 17 de mayo de 1814, mientras que el general español Vigodet se rinde ante las tropas comandadas por Alvear el 20 de junio, la recuperación de la Banda Oriental es lo que hace que Fernando VII desista de enviar sus tropas al Río de la Plata, su destino será Venezuela.

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