El Forjista

Biografía de Mariano Moreno

La Revolución según Mariano Moreno

Capítulo 2 – En el Alto Perú

Hacia fines de 1799 parte rumbo a Charcas, la provincia altoperuano de donde Mariano debía regresar, según las apetencias familiares, convertido en un sacerdote.

El viaje duraba habitualmente un mes y medio, estaba plagado de desventura para los viajeros y muy especialmente para Moreno acostumbrado, como estaba, a la protección familiar.

Por primera vez se separaba de su familia, el viaje le permitió adquirir un conocimiento de su país y su gente. La diligencia, pagada por su padre, debió atravesar largos territorios desérticos y zonas montañosas. Cada 10 o 12 leguas existían postas para cambiar los caballos, y donde los viajeros, tan agotados como los animales, lograban probar algunos bocados y conciliar el sueño, muchas veces estas modestas postas, apenas si tenían lo indispensable para que los viajeros pudieran reponerse del trajín.

Al llegar a Tucumán , Moreno enfermó de reuma, haciéndolo retrasar en 15 días. Lejos del hogar, enfermo y agotado, debió transcurrir esos días postrado hasta que se repuso y continuó el trayecto que le faltaba para llegar hasta Chuquisaca. Estos problemas sirvieron para fortalecer su carácter.

Su hermano Manuel relató una anécdota relacionada con el accidentado viaje, la misma pinta la personalidad de Mariano al salir de su hogar. En la posta donde debió pasar la primera noche, sus compañeros de viaje se pusieron a jugar un juego de azar por dinero, el muchacho que no estaba acostumbrado ni a las fiestas, ni a juegos de este tipo, pues el padre no los permitía en su casa, creyó estar en presencia de una banda de forajidos, no pudiendo pegar los ojos en toda la noche. Estas vicisitudes estuvieron a punto de hacerlo desistir de su cometido y muy cerca de regresarlo junto a su familia sin el anhelado título universitario.

En febrero de 1800 llegó a Chuquisaca o ciudad de La Plata luego de un viaje de dos meses y medio. La carta de recomendación de Iriarte para Terrazas le abrieron de par en par las puertas de la mansión de este sacerdote, considerado como uno de los obispos de mayor fortuna del Virreinato.

Los sacerdotes de aquella ciudad dejaban mucho que desear en cuanto a su comportamiento, en general el clero se distinguía por sus riquezas y por el poder que detentaban en la sociedad colonial, sus trajes eran de una ostentación que contrastaba con la pobreza de otros sectores, en especial de los indígenas, sometidos a régimen servil en inhumano. Los sacerdotes residentes en la ciudad eran más bien hombres mundanos , que ministros de la Iglesia, no obstante también había otros sacerdotes, más cercanos al pensamiento de los Testamentos que intentaban modificar la situación, no teniendo eco ni resultados positivos en su prédica.

Chuquisaca era una ciudad de uno 18.000 habitantes, la mayoría de los cuales estaban vinculados a la minería, los otros eran militares, sacerdotes, profesionales o estudiantes, estos últimos en número de 500 llegaban desde otras regiones, como en el caso de Moreno.

La biblioteca de la mansión de Terrazas y las reuniones sociales que abundaban ahí, fueron abriendo un nuevo cauce a las ideas del joven porteño, sus costumbres resultaron modificadas radicalmente, adquirió un conocimiento más acabado de las personas. Es aquí donde comienza a forjarse el político revolucionario que logrará conocer con mayor profundidad a las personas y a la realidad circundante.

Fue en este momento de su vida donde las afirmaciones de algunos historiadores antimorenistas, en el sentido que era una persona aislada de la sociedad en que vivía, dejan de tener un sustento valedero. Moreno llegará a convertirse en un profundo conocedor de su patria, dando muestras de ello en su actuación como apasionado revolucionario.

El reuma volvió a atacar a su salud, esta vez con mayor virulencia, durante dos meses no pudo valerse de sí mismo, pues sus miembros debían permanecer inmóviles. Recibió durante ese tiempo la atención esmerada de su protector y sus sirvientes, pero Moreno no era de perder el tiempo a pesar de las dificultades, continuó con el hábito de la lectura, contraído desde muy niño, a toda hora alguien permanecía a su lado para leerle algún libro que le aliviara las penurias de la enfermedad.

Luego de obtener el doctorado en Teología, solicitó la autorización paterna para continuar los estudios de Leyes, el cambio de planes no fue autorizado desde Buenos Aires, pero a esta altura Mariano era demasiado independiente como para obedecer una orden que contrariara su voluntad. Sus nuevas intenciones eran las de ser abogado, archivando definitivamente el proyecto del sacerdocio

Dos años después, cuando estudiaba jurisprudencia, conoce a una joven altoperuano de apenas 14 años con quien contrae matrimonio. La esposa se llamaba María Guadalupe Cuenca, el casamiento se realizó en secreto para los padres de Mariano, pues significaba para ellos el fin del anhelo de tener un hijo cura, sin embargo Fray Cayetano Rodríguez estaba al tanto de los pasos rebeldes de Mariano y los aprobaba.

Moreno, quién debió regresar a Buenos Aires con los hábitos puestos, llegó en septiembre de 1805, pero convertido en abogado, con una mujer muy joven y un niño de ocho meses. Pero esto no era todo, además se había producido un cambio muy profundo en sus convicciones y en su personalidad.

 

Los estudios universitarios

La biblioteca que poseía Terrazas era voluminosa, lo que le permitía a Moreno acceder a esa amplia fuente de conocimientos, a la vez que le resultaba de gran valor para sus estudios universitarios. En las habituales reuniones en la mansión pudo tomar contacto con personas con idéntica afición por la literatura.

El deseo compartido por Mariano y su protector en el Alto Perú era el de seguir el doctorado en teología como también el de leyes, para de esa forma elegir luego, la que más se acercara a los gustos del muchacho, éste no tardó en desechar la idea de vestir la sotana.

A comienzo de 1801 obtiene el doctorado en teología y continúa de inmediato sus estudios en leyes, esta noticia causa sorpresa en su familia, que consideraba concluida su misión en el Alto Perú. Los amigos de la familia les hacen ver que los estudios de leyes no son incompatibles con el sacerdocio, de esta forma ganaban tiempo y preparaban el ambiente para la noticia que tarde o temprano debían conocer.

Se le admitió oír práctica en los estados de Charcas, debió realizar dos años de práctica, luego de lo cual rindió dos exámenes, uno práctico y el otro teórico. El teórico lo dio el 7 de enero de 1804 en la Real Audiencia, unos días antes había dado el examen práctico, aprobando ambos. El 23 de enero ante la presencia del presidente y los oidores de Charcas fue examinado nuevamente, esta vez sobre un pleito del cual había conocido los antecedentes unos días antes, también en este caso el resultado fue satisfactorio, lo cuál no podía causar sorpresa porque había sido un estudiante destacado. Luego de jurar por “Dios Nuestro Señor” recibió las licencias correspondientes para ejercer la abogacía en esa corte.

El primer escrito conocido de Moreno data precisamente de su época de estudiante, en agosto de 1802 escribe la “Disertación jurídica sobre el servicio personal de los indios en general y sobre el particular de Yanaconas y Mitarios”,donde el estudiante porteño asuma la defensa del nativo de esta tierra, sometido a un régimen de esclavitud, muy en especial, en el Alto Perú , donde generaciones enteras de indios sucumbieron en las minas. Este escrito marca el inicio del pensamiento revolucionario de Moreno, a partir de aquí asumió una posición muy crítica con el régimen colonial, particularmente hacia los funcionarios españoles e instituciones que lesionaban los derechos de indios y criollos. Conocer esta actitud de Moreno a partir de 1802 es de primordial importancia para comprender cada uno de los hechos en los que participará en los años venideros.

Con la ayuda económica de Terrazas pudo abrir un estudio, donde no tardó en acceder a casos de alguna importancia, de no haber hecho primar sus convicciones a su seguridad personal hubiese logrado, en muy poco tiempo, una sólida posición económica y social.

Abogado recién recibido, no tuvo dudas en defender a los humildes y enfrentar a algunos jueces y funcionarios coloniales, esto le costó la comodidad de su estancia en el Alto Perú, debió emprender el regreso hacia Buenos Aires a riesgo, en caso de no hacerlo, de ser el blanco de las iras de los mandones de aquella provincia

Dos defensas le bastaron para obtener la antipatía de poderosos funcionarios, los que no estaban acostumbrados a ser cuestionados en sus procederes. En una de ellas, denunció, nada menos, que al gobernador de Cochabamba por una injusticia cometida contra los hijos de José de Siles, y en la otra tomó parte por el indio Manuel Ari, acusado de atacar al alcalde la provincia de Chayanta. Sólo la mediación de Terrazas evitó que el rencor de los funcionarios pasara a mayores. Pero a partir de aquel momento resultaba imprudente permanecer en la ciudad, por lo cuál después de cinco años de alejamiento de su ciudad natal, emprendió el regreso.

El ejemplo dejado por Moreno en su actividad profesional, es otro aspecto poco conocido y hasta silenciado por alguna corriente histórica, aún cuando haya monumentos en su honor y calles con su nombre, más importante es recordar aspectos de su vida que lo muestran como un hombre de profundas y revolucionarias convicciones.

Mariano Moreno no especuló, prefirió defender a los oprimidos y no a los opresores. Sería de interés para el país y su gente que se tomara debida nota de las actitudes del Dr. Moreno, cuya conducta como abogado fue inseparable de la que asumiera como político, patriota y revolucionario.

 

Influencias Ideológicas

Los más importantes autores europeos en temas de religión, política, moral y filosofía; prohibidos en Buenos Aires llegaban al Alto Perú, donde el control era menos estricto. Sacerdotes como Terrazas, tenían acceso a estas obras “prohibidas”, es esta manera Mariano logró contactarse con un nuevo mundo filosófico, hasta ese momento desconocido para él, una oportunidad similar tuvo Manuel Belgrano, quién obtuvo un permiso papal para leer esas obras.

En Chuquisaca predominaba el gusto por la literatura francesa , incluso entre el clero español, imbuido de ideas reaccionarias. Mariano aprendió el francés para poder acceder a esas obras, ya sabía latín aprendido en San Carlos y también llegó a tener cierto dominio del inglés.

El pensamiento francés influenciará al joven estudiante, pero no es sólo allí donde buscó las herramientas ideológicas que más tarde utilizó para ayudar a la liberación de la patria. Los escritores españoles, producto del reformismo borbónico también ejercieron en él una profunda impresión. De esta forma , abrió su mente a las ideas más avanzadas de su época, en particular aquellas que le sirvieron para combatir al sistema colonial.

Como señalamos, dos vertientes ideológicas marcaron su forma de pensar, por un lado, los revolucionarios franceses, que pusieron fin al dominio de la nobleza. Por el otro, los hombres del despotismo ilustrado que rodearon a Carlos III , en su intento por modernizar el estado español. Jovellanos, Campomanes y el conde Aranda fueron alguno de los nombres representativos de ese intento frustrado. A pesar del deseo de hacer progresar a España, no fueron modificadas las causales centrales del atraso del país, donde el clero y la nobleza poseían el 80% de las tierras y acaparaban un poder al que se negaban a renunciar para dar cabida a otros sectores.

El despotismo ilustrado pretendió modernizar España pero sin democratizar la sociedad y sin poner fin a las irritantes diferencias sociales que hacían de la pobreza un gravísimo problema que no encontró solución alguna, en estos miembros de esta elite que amaba el arte y las ciencias.

La influencia española en los revolucionarios americanos constituye un hecho evidente, especialmente luego que se desataran los acontecimientos posteriores a la invasión napoleónica a España, la cuál permitió dar salida al sentir del pueblo español reprimido por muchos años de sometimiento.

Moreno, como muchos otros protagonistas del independencia americana, no renegaron de sus pasado español y reconocieron algunos elementos positivos que dejó en estas tierras el período de dominación española. El hecho más remarcable en este sentido, es que la conquista otorgó a América una identidad nacional al nuclear tierras muy distantes bajo un mismo poder, confiriéndoles a todas estas regiones una personalidad común identificada por la misma religión, lengua y costumbres.

Ninguno de los revolucionarios renegó de esta tradición española, pero lo que sí cuestionaron fuertemente fue la falta de autonomía, el oscurantismo ideológico y la prepotencia de los funcionarios, religiosos y comerciantes españoles, contra eso se levantaron al unísono los pueblos americanos.

Sin duda los libros franceses fueron leídos con avidez por nuestros patriotas, pero sólo para tomar de ellos lo que fuera útil para la situación de las colonias americanas, bajo ningún aspecto se propusieron imitar el ejemplo de la revolución francesa. Esto se verificó por los sucesivos fracasos franceses por atraerse la voluntad de nuestros revolucionarios.

“No siendo la conquista un derecho, no ha podido fundarse en ningún otro, permaneciendo siempre el conquistador y los pueblos conquistados en estado de guerra a menos que la nación en libertad escogiese voluntariamente por jefe a su conquistador”. Este concepto pertenece a Rousseau, y eran este tipo de pensamientos los que interesaban a Moreno, pues se referían a situaciones relacionadas con los acontecimientos de la patria.

Pero no sólo fue influido por las ideas revolucionarias de su época, sobre todo será la propia realidad del Virreinato la que lo empujó a convertirse en el hombre más influyente en los primeros episodios de la lucha americana por su independencia.

Constituye un error ver en Mariano Moreno a un mero repetidor de las ideas de moda en Europa, más bien, filtraba esas ideas y sólo hacía uso de ellas en la medida que fueran aplicables a su propósito, esto es a la transformación de la vieja y decadente sociedad colonial.

Siendo secretario de la Primera Junta traduce el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, pero no publica el último capítulo dedicado a la religión por entender que el autor “delira en esta materia”.

En los manuscritos de Moreno se encontró una traducción de la Constitución Norteamericana, que como afirmara Eduardo Durnhofer, más que una traducción se trataba de una adaptación pues suprimía partes referidas a la esclavitud, comercio que le repugnaba.

En conclusión, fue influenciado por el pensamiento del tiempo que le tocó vivir, pero estas ideas eran sólo herramientas para modelar la sociedad que soñaba transformar desde sus épocas de estudiante en el Alto Perú.

A pesar de la continua lectura de autores europeos, eso no lo desarraiga de la situación americana, no quedando atrapado, como otros hombres de la revolución, en el deslumbramiento por Francia o Inglaterra.

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